martes, 24 de septiembre de 2013

Temperamento femenino

Por Flor Bea

"No necesito un hombre que me alimente
pero sí un hombre que me ame y que yo pueda amar".
Before Sunset

¿Cómo se nos va modificando el temperamento a medida de que envejecemos? A veces tengo la sensación de que no somos nunca los mismos que fuimos ("Nosotros los de entonces ya no somos los mismos", Neruda dixit). Otras veces me parece todo tan previsible... tan esencialmente encarnado... Como que nada podría haber sido de otra forma. Sin embargo, no es cierto que siempre sepamos cómo van a acabar las cosas. Ni siquiera cuando empezamos a vislumbrar un final, somos capaces de saber cómo va a acabar todo. ("Todo lo que termina, termina mal, poco a poco. Y si no se termina, se contamina..." etc, etc. Y sí, ya sabemos de Crímenes perfectos. Al fin y al cabo, somos todos una especie de Asesinos por naturaleza...).

Todos estos divagues se me vienen a la mente por mil razones, pero voy a hablar de una de las mil y las restantes 999 me las voy a reservar para seguir teniendo con qué complicarme la vida. Pienso en la peli Antes del anochecer, la última de la trilogía de Linklater. ¿Esa es Celine?, ¿es esa Celine?


Celine es una mujer complicada. Bueno, o podemos decir: Celine tiene varias caras. En la primera película, Antes del amanecer, Celine es joven, dulce, soltera, espontánea y natural (son los veintipico, quién pudiera volver... a viajar, a enamorarse...).
En Viena, Celine le pregunta a Jesse: "¿Conoces a alguien que tenga una relación de pareja feliz?". Celine todavía lo ve todo de afuera. Y además de creer en el amor en general ("Si hay algún tipo de magia en este mundo, debe estar en el intento de comprender a alguien, de compartir algo"), Celine piensa y habla de ella en un futuro, amando: "Después de algunos años, una pareja empieza a odiarse mutuamente porque se anticipan a sus reacciones o se cansan de sus manías. Creo que podría ser al contrario para mí. Creo que podría enamorarme realmente cuando lo conozca todo de alguien. El modo en que se aparta el pelo, qué camiseta va a ponerse ese día (...) estoy segura de que sería entonces cuando sabría si realmente estoy enamorada".
En Viena, Celine se va despertando.


En la segunda, Antes del atardecer, Celine, más crecida y complicada, es una mujer segura de sí misma, profesional, independiente, estable (por momentos y solo por momentos, hasta que eso se le cae y sale su lado arruinado y neurótico, tan bien expuesto en la escena del auto, hacia el final de la película) y verborrágica (son los comienzos de los treinta).
En esa mencionada escena del auto, donde Celine se va desbordando, Jesse le dice que se ha convertido en una activista maníaco depresiva. Sí, Celine se convirtió: "Ahora no creo en nada relacionado al amor (...). La realidad y el amor son casi contradictorios para mí. Es gracioso, todos mis ex se casaron. Salen conmigo, rompemos y luego se casan. ¡Y luego me hablan para agradecerme por haberles enseñado lo que es el amor, y a cuidar y respetar a la mujer! (...) ¡¡Quiero matarlos!! ¿¡Por qué nunca me pidieron matrimonio a mí!? Habría dicho "no" pero, ¡¿no puedieron siquiera preguntarlo?! Pero es mi culpa, mi culpa, porque no sentí que nunguno fuera el hombre indicado. ¿Qué es eso del hombre indicado? ¡El concepto es absurdo! La idea de que solo podemos estar completos con otra persona es maligna. ¿Sabes?... creo que me han roto el corazón demasiadas veces, y luego me recuperé. Así que ahora desde el principio no hago ningún esfuerzo, porque sé exactamente lo que ocurrirá. (...). Soy tan miserable en mi vida amorosa, en mi vida entera, en mis relaciones, que siempre actúo como si estuviera ajena. Pero por dentro muero".
En París, Celine atardece.


Y en la tercera, Celine es mamá. Y Celine está agotada. Y desconfía y siente celos y sobre todo, lo que le pasa es que sabe. Lo que sabe es que está en crisis. Lo que sabe es que existen los finales. Y está tan convencida del final (que por supuesto no desea) que es como si apresurara su llegada. Celine es pesimista. Celine tiene bronca. Celine no colabora. Hay una diferencia abismal entre Celine y Jesse. Actitudes encontradas. Pero Celine está atrapada. No quisiera decir lo que tiene para decir. El problema de ella no es decirlo, el problema es tenerlo. Las mujeres, a veces, no dajamos pasar nada. Ni siquiera cuando deseamos dejarlo pasar todo. Y que todo pase.
En Atenas, Celine está oscura.

De eso se trata: amanecemos, atardecemos y anochecemos. Es el ciclo de la vida.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La puta espera

Por Flor Bea

Nadie es tan infeliz como para saber
por qué busca a otra persona.
Luis María Pescetti


¿Hay algo peor que querer hablar con alguien (con él) y no conseguirlo? Pone ansiosa, desespera. Y empeora si encima creemos que no contesta porque no quiere, no porque no puede.
¿Algo que vaya tan a peor tan rápidamente? Porque este tipo de situaciones no hacen más que llevarnos al patetismo y hundirnos en la mierda.
Ausencia, ausencia, ausencia... que lleva al reclamo, al insulto, a la depresión, a la violencia. 
¿A la imaginación también?... Nos hacemos la película, siempre una certeza de por qué no atiende; una película que en general no suele coincidir para nada con el desenlace de la situación. Es que la vida supera a la ficción y a las fantasías.
Esta es la puta espera.






lunes, 5 de agosto de 2013

Hombres como niños perdidos en un bosque

 ... Como niños perdidos en un bosque.
Eran hombres que dudaban, incluso. 
Javier Cámara


La vida es otra cosa.
La vida se trata de construir pensamiento, de construir cosas de verdad, 
de construir relaciones de verdad, de construir correlaciones de generosidad, 
de solidaridad, de humanidad con la gente que nos rodea.
De eso se trata la vida.
Leonardo Sbaraglia

Por Flor Bea


Cesc Gay es un director de cine catalán. Si no les suena su nombre, ahora cuando les diga qué peli dirigió sabrán de quién hablamos: es el director de En la ciudad (por cierto, si no la han visto, véanla o agréguenla a la lista de las pendientes). Pues bien, Una pistola en cada mano es su último film, que se ha estrenado aquí en España hace medio año más o menos. 


Se trata de una película coral organizada por duetos o pares de personajes que face to face exponen sus miserias, ya sea con intención o porque son hombres comportándose de un modo patético o miserable como consecuencia de un amor que se les escapa (pienso, sobre todo, en el personaje interpretado por el gran Javier Cámara).

Los personajes femeninos, en cambio, son bastante menos vulnerables. Las mujeres, cada una,  parece tener bastante en claro si dejar a su marido y quedarse con su amante, si burlarse de un compañero de la oficina que necesita emborracharse para demostrarle que se la quiere coger, si tratar a su ex marido como tonto, si dejar en ridículo a su novio que tiene disfunciones sexuales...



Son hombres en crisis. Divorcioados o separados. Que su mujer los ha dejado por otros. O cornudos. Hombres solos y tristes. Que van al analista y salen llorando. Que tienen una familia compuesta por un precioso hijo y otro en camino pero que no desean a esa mujer embarazada. Hombres perdidos. Que no saben pedir ayuda. Que se quedaron si un sostén femenino (no me refiero a un corpiño...). Hombres apenados. Y algunos, incluso, secos, si un mango, como el personaje que interpreta Eduard Fernández, que tiene que poner plata para el regalo grupal de Julián y apenas puede tirar unas monedas de euro sobre la mesa (además de que vive con su madre porque tras su divorcio tuvo que volver a esa casa). Hombres quebrados. Eso, quebrados.


Una película interesante e inteligente. Sensible pero sin sensiblería. En tono más de comedia que de drama. Graciosa (como cuando Darín se entera de que esa noche va a cenar atún; no les puedo contar más, tendrán que verla y coincidirán que es para partirse de risa ese momento, que per se es tenso). Pero intensa. Y con actuaciones brillantes. Absolutamente brillantes.

martes, 30 de julio de 2013

Libros de amor ilustrado

Por Flor Bea

Y es que no importa que digan
que está trillado hablar de amor.
Que maldigan si no han probado
la noche en sus brazos de sol. 
Alejandro Filio, “Brazos de Sol (canción)

Hace poco fue la Feria del Libro Infantil y Juvenil en Buenos Aires. Confieso que a esta no fui porque estoy lejos, pero tengo el recuerdo de las últimas y la verdad es que entre ciertos stands que dejan mucho que desear y una iluminación parecida a la de un quirófano, uno se va de allí medio deprimido. Sin embargo, hay algunos tesoros que brillan en medio de libritos para colorear o con stickers y personajes de Disney... Un año, Maite Pil y yo fuimos juntas y casi que nos hubiéramos dejando el sueldo entero en comprar algunos de FCE o incluso otros importados de España como los de Bárbara Fiore Editora (sobre todo, los escritos por Jimmy Liao). Estoy hablando de libros álbum. Y específicamente, los que Maite y yo queríamos eran esos álbumes que hablaban del amor, o de emociones o sentimientos que se creían parecidos al amor e intentaban definirse. Al final, nos compramos solo El cuento de navidad de Auggie Wren, de Paul Auster, y que Isol (autora de las ilustraciones) nos autografió porque estaba ahí sentadita en el stand, en paz con su mundo de colores, esperando lectores-compradores. Compramos uno para cada una: éramos pobres pero no tan pobres.

Hace relativamente poco estuve en la Feria Editorial Indenpendiente Libros Mutantes, en Madrid, y encontré entre cosas insólitas, un libro de una artista coreana que reside en Barcelona, Miju Lee, que ilustra, con humor, las nefastas consecuencias de estar sola. Ironizar con o ridiculizar esas situaciones incómodas que vive o padece la mujer sola en contextos donde aflora o impera una sociedad pensada para dos (en pareja) está bastante trillado (por cierto, mientras escribo esto se me viene a la cabeza la escena de una peli donde ella se sienta en un restaurante, frente al mar, y se pone a la defensiva con el mozo, como si este la juzgara por estar sola, al ver que las porciones son inmensas, para compartir. Es una peli española, creo, y probablemenete sea Lucía y el sexo, pero probablemente también esté muy equivocada. En cualqueir caso... a que reconocen una escena así, ¿no?), pero Miju Lee es muy buena y el libro no hace más que gustar.






























Hay muchos libros álbum que intentan explicar (pero no de manera pedagógica sino sensible y honesta) qué es el amor. Mi ejemplo favorito de estos es El aprendizaje amoroso, de FCE. Es mi favorito porque no es fantasioso; es real (en algunas cuestiones necesito cosas concretas y tangibles, o al menos mencionables, sabrán disculparme). Las preguntas son: ¿cómo hicieron para seguir enamorados si ella quería estar a solas con sus amigas y no invitarlo a él?, ¿si a él se le llenó la cara de granos?, ¿si ella se tiró un pedo....? ...cosas por el estilo. Al final, la historia responde a eso: cuenta cómo es que lo lograron. Y es una respuesta tan llana y sincera... Tan simple pero tan honesta, que no descarta toda la complejidad de las relaciones amorosas (que venía el mostrando el libro) sino más bien al contrario: la respuesta la contiene. Y a mí me parece la vida misma.



lunes, 1 de julio de 2013

Después de un domingo...

Por Flor Bea

 ...lo único que quiero hacer es compartir algo de música con ustedes. Hoy es tan pero tan lunes... Que mejor seguir escuchando, o llorando, o pensando o riendo o sintiendo. O puteando. O amando.






viernes, 21 de junio de 2013

Lo de siempre

Por Flor Bea

Contigo me encontraba en otra parte, 
en un lugar extranjero, 
extraño a mí mismo.
André Gorz, Carta a D. Historia de un amor

Huele a hierba y es verano. Las nubes hicieron formas infantiles. La luna salió antes del atardecer. Huele a aire que no es viento pero airea. La primera estrella saldrá en tres horas. Si tenemos que dibujarnos, nos alcanzan dos pinturitas de colores. Somos libres y tienes rulos. Hacemos pis sentados. En nuestra casa hay una pelotita de tenis. Y judías verdes por si tenemos hambre. Y sin embargo, lo siento. Habrá días que no sean tan preciosos. Habrá caprichos de mi parte. Porque lloro como una nena de cuatro años cuando lloro. Y no sabré decirte por qué lloro. Lloraré por estar llorando, sí, pero antes no sabré explicarte el primer llanto. Todas las angustias vienen de una angustia fundamental. La angustia fundadora en mí es no poder decir lo que me duele. Cuando un dolor se me hace impronunciable, se desencadena una serie de causas-consecuencias que solo saben ir a peor. Lo siento. Era muy niña cuando me pasó por primera vez y no supe (tal vez por eso) repararlo a tiempo. Ahora está (estoy) como una pared que fue pintada sobre muchas manchas de humedad. Ya sabes, tú me colocas de otra manera en el mundo. Lo extraño es que todo me importe desde ti y para ti. Eso nunca me había sucedido. Lo siento. Y sin embargo, esto nuevo y diferente incluye lo de siempre. Lo que todas las veces me ha sucedido: sentir el dolor del dolor. Me las he ingeniado cada vez para escabullirme en el mundo. Me salió bastante bien porque escapé a todo y me disfracé hasta de lo que no existe. La monté entre bambalinas. ¿Y puedes sospechar por qué contigo no me funciona? Claro, porque tú estás puesto en este mundo de un modo que solo me vale a mí. Todos los demás modos tuyos (que son varios más) me quedan por fuera. Los amo, porque conozco tu taza y sé que has desayunado en ella por más de treinta años aunque yo no conocía tu taza. Por eso los amo, pero los miro desde afuera. El tuyo para mí, en cambio, es exacto. Es una taza cascada y esa pequeña pieza de porcelana que le falta, encontrada en la basura. Una pieza rescatada, incluso con poca luz, una noche de primavera.

jueves, 30 de mayo de 2013

La división de males.

Por Maite Pil




Hay varios tipos de separaciones.
Estoy segura de que también  hay varios tipos ( y minas) separándose mientras yo escribo esto.
Suerte con eso.
Y después de la separación, como si esto no fuese suficiente, viene la división.
Hay gente que se queda con la casa y otra a la que le encajan la mascota.
Las fotos no se dividen, cada quien manotea las que quiere, si es que quedan. Si es que hubieron.
Hasta se dividen amistades en fb. Etiquetas. Eventos.
Lo que no se divide nunca es la experiencia.
Pero eso a quién le importa.
También hay separaciones indivisibles.
O eso te hacen creer.
Hasta que un día te llama por teléfono y te pide que le devuelvas el puff que te había regalado.
Esas son geniales.
El mismo puff en el que estabas sentada cuando le tuviste que confesar, después de un largo interrogatorio, que sí, que al tipo con el que lo cagaste le practicaste sexo oral.
Como si importara. Como si lo hubiera copiado de la película "Closer".
Pero no se lo practicaste en ese puff. Suponemos que por eso lo quiere de vuelta.
O sea, si vas a tener sexo con otras personas en muebles ajenos, después confesalo, en una de esas ya no te los reclamen.
Y después están las separaciones en las que él se queda con tu Revista Barcelona y vos con la faringitis que él estuvo incubando toda la semana.
Supongo que cada relación tiene la división que se merece.





domingo, 19 de mayo de 2013

La gente cuando ama

Por Flor Bea

“En un domingo tan domingo
alejado del resto del mes
de lo que tengo que hacer
y, sin embargo, acá […]
lo mismo da lo que tenía que hacer y esto de ahora
padecerlo, comprenderlo, y resolverlo
¿es así estar enamorado?”
Dani Umpi

La gente cuando ama hace esto: va al trabajo, trabaja todo el día desconcentrado esperando ansiosamente llegar a casa donde el otro espera y cuando llega siente que volvió a nacer.

Cuando leamos esto, dentro de dos años, por ejemplo, nos parecerá estúpido, tonto, cursi y naif. Pero es porque lo habremos olvidado. Cuando nos pasaba (ahora), pensábamos que era urgente e importante. Es más, lo único importante. Y no nos daba miedo nada. Hasta en un punto queríamos morir, porque sabíamos que nunca más en la vida íbamos a tener la posibilidad de morir tan felices.

Si te daban a elegir entre morir ese día, tan feliz tú entre mis brazos o dejar que la vida siguiera, el tiempo transcurriera y con ellos el romance hacia donde siempre van los romances (hacia la tierra, desde el cielo) lo hubieras pensado dos veces. Claro que nadie te dio a elegir, no se ha inventado tal clase de personas. Existen los que aman y los esperan. Y existen los secos. Los que quedaron esperando al sol, solos, y se olvidaron de moverse hacia la sombra y se arrugaron.

Están las flores quemadas. Están los tornados y las brisas incluso. Pero los que dan a elegir no.

Y aunque lo habremos olvidado, yo lo digo con certezas. Hacemos esto: amamos y esperamos. Mutuamente amando y esperando. No hay nada más que hacer en el amor. Todo lo demás son excusas. Cocinar con la excusa de comer, ir a la cama con la excusa de dormir. Pero no es cierto. Nada lo es, solo amar y esperar la muerte.

Me encanta como me respondes. Es como si hubiera esperado toda mi vida a que alguien me respondiera de esta manera.

Pero de la muerte. Yo estaba hablando de la muerte.
Hay que ser muy valiente para realmente desear que el avión que nos lleva de luna de miel se caiga. Yo lo prefería al viaje pero no me animé a decírtelo. Igual, tal vez ya era tarde. Si hoy pudiera elegir para luego volver atrás y que se realice la elección, elegiría morir el mismísimo día que te conocí e hicimos el amor por primera vez.

Me gusta que deambules por la casa sin mirarme. Que no necesites mirarme cuando yo me retuerzo en el sofá amándote. Pero que luego me hables.

Lo más lindo de amarnos es que hablemos de cualquier cosa menos de amarnos. Es como cuando conduces y pones música y me cuentas de una semilla, todo simultáneamente.

Luego me llamas por teléfono y me dices que vas a llegar más tarde y yo salto de alegría, porque ya que no morimos el primer día, ese en que saliste del trabajo y volviste corriendo a casa para volver a verme, que al menos entonces me tengas tan en ti que ni necesites verme.

Que no necesites volver. Que sigas para adelante. Yo te sigo.

Pero de esperar estaba hablando. El verbo esperar es como el verbo creer. Son verbos-trampa.

Cuando estoy desnuda al lado tuyo soy mucho más bella que cuando me desnudo a solas. Mis pechos solos no son para nadie y no tienen sentido ni forma.

Esperar la muerte. Esperar que algo suceda. Que llegue eso que espero cada día. Espero que llegue lo que es espero cada día. Espero que me ames, aunque eso ya esté incorporado como los estantes que colocamos con taladro y tarugos el día de mi mudanza. Espero la muerte pero espero que no mueras. Esperar: verbo-trampa.

Creer es arriesgarse por algo sabiendo que existe otra opción pero también es tener certezas. Tan absurdo como mi modo de amarte.

No tienes idea de quién soy pero de algún modo me has descubierto y por eso te merezco.

Me enseñaste a hablar mientras hago el amor (justo a mí, que siempre busco excusas para callarme y cualquier acción la hago devenir en excusa). Eso me hace pensar que eres el hombre de mi vida.

domingo, 21 de abril de 2013

Le petit vie

Por Maite Pil.


No voy a terminar esto con un mensaje esperanzador. No soy una profeta del amor. O de las buenas costumbres humanas. Quiero decirles, simplemente, que vivir es una cosa tonta.

Aún así, a pesar de la ridiculez y de la experiencia de lo estúpido, hay un ser que te sigue gustando, que te sigue inspirando eso que creés que es amor.

Y lo veo en una foto con otra mujer y se me dilatan todos los vasos sanguíneos. Y me dan ganas de hablarle por el chat de facebook porque está conectado, y me dan ganas de pararme frente a su existencia porque creo merezco una explicación.

Y él qué culpa tiene?

Ninguna.

Él no tiene la culpa de que la vida haya sido construida de esta forma.
Ni de que sus ojos me parezcan los más lindos del mundo. O que su pecho, en esa absoluta coherencia entre piel y pelo, me pierda.
Y me dan ganas de agarrarlo, de hacerle el amor y que me dé un orgasmo.
E incluso tengo ganas de que me decepcione. Para hacerme sentir vibrar. Llorar. Pensar en la injusticia.
Para hacerme sentir viva. Conmocionada, atravesada por la experiencia humana.

Porque las veces que pensé en él sin extrañarlo, sin aborrecerlo, sin amarlo, me sentí tan fuera del mundo. Tan fuera de mi cuerpo. Tan fuera de todo lo que vale la pena y lo que no vale pena.

No sentí nada.

Él no tiene la culpa.

Nadie tiene la culpa de que yo no sepa cómo vivir. O cómo amar. O a quién. O a quién no.

Nunca me sentí tan estúpida como esa vez en que descubrí que nadie, nadie, sobrevive al tiempo.

Que a los que amé ya no amo y al que amo algún día dejaré de hacerlo. O no.

Pero nada me va a salvar del acto más inútil y paradójico de mi existencia: desearte para sentirme viva, amarte para desearme muerta.



lunes, 15 de abril de 2013

XIVe arrondissement, by Alexander Payne

Por Flor Bea

“[…] y que nunca, nunca te pase 
que no sepas regresar, 
aunque regresar quede más adelante y no más atrás”.
Pescetti, Cartas al Rey de la Cabina

Les había prometido hablar del último de los cortos que conforman la película Paris, je t´aime (http://en.wikipedia.org/wiki/Paris,_je_t%27aime) en otro post, así que en este voy con eso.

“Dicen muchas cosas de París: dicen que es un lugar donde los artistas encuentran inspiración. Dicen que es un lugar adonde viene la gente para descubrir algo nuevo sobre sus vidas. Dicen que es un lugar donde puedes encontrar amor. (…) durante esos días pensé mucho en mi vida. Me pregunté si París realmente me gustaba y si viviría ahí si tuviera dinero. (…). Visité un cementerio donde entierran a gente famosa (…) y pensé en mi madre, que murió de cáncer el año pasado. Un día, también me enterrarán, y nadie, quizás, irá a visitarme. Pero no lo sabré, estaré muerta. Sin embargo, no soy una persona triste, al contrario, soy una persona alegre. Tengo muchos amigos y dos perros maravillosos. Pienso a veces que sería agradable tener a alguien con quien compartir esta vida. Por ejemplo, mientras miraba panorámicamente a París desde un mirador deseé decirle a alguien: Es hermoso, ¿no? Pero no hubo tal persona. Pensé en mi ex novio, Dave, si a él le gustaría este viaje. Pero me sentí un poco estúpida porque ya habían pasado 11 años de la última vez que hablamos. Él estaba ahora casado y con tres hijos. Encocontré un parque muy bonito (…) y entonces algo pasó, algo que es muy difícil de describir: allí sentada, en un país extranjero, lejos de mi trabajo y de toda la gente que conocía, una sensación se me vino encima. Como si recordara algo, algo que nunca había sabido y que había estado esperando. Pero no sabía qué era. Era quizás algo que había olvidado. O algo que me había faltado toda mi vida entera. Puedo decir solamente que al mismo tiempo sentía alegría y tristeza. Pero no una gran tristeza, porque me sentía viva. Sí, viva. Ese fue el momento en que caí enamorada de París y en ese momento también sentí que París me amaba a mí”. 
 
Sí, lo que hice fue transcribir parte del guión, porque era más directo y sincero que comentarlo. A pesar de que esa declaración de amor a la ciudad no tiene nada que ver con un testimonio personal mío. Mi relación con París no es de amor, es mucho más compleja. Se parece más a las relaciones que tuve con algunos amantes. Estoy mucho más cerca de sentirme despreciada por París que amada, como me pasaba con ellos. Y sin embargo, siempre vuelvo… a París y a ellos, sí, porque de patético en las pasiones hay muchísimo. Pero quise transcribirlo porque es bello. Porque cuando uno viaja se siente libre para pensar en la muerte, libre para sentir tristeza y alegría simultáneamente. Libre para pensar en un ex. Y nada atormenta demasiado bajo ese manto de libertad. Cuando yo sueño para mí una muerte en paz, me imagino algo como morir en un trance parecido al de un viaje. El otro día iba en coche por una carretera de Francia y pensé: quiero que la vida sea esto, un transcurrir en la ruta hacia un sitio al que nunca se llega. Que la vida sea el transcurso y no el destino.

Para terminar, porque en este momento prefiero la música y la letra de esa música a mis palabras, comparto a Loudon Wainwright y su hijo Rufus con dos canciones diferentes, bellísimas y que vienen al caso.





miércoles, 27 de marzo de 2013

Más Amour

Por Flor Bea
 

Esto podría tratarse de la última película de Haneke. Pero no. Se trata de más amour francés, continuando con el post anterior (http://esdomingoynotengonovio.blogspot.com.ar/2013/03/un-poco-de-amor-frances.html) y del específicamente parisino o que tiene lugar en París. Es cierto que Amour, de Haneke, es una historia de amor y dolor en París, pero no, yo no quiero hablar de esa excelente película que me dejó temblando de pena. Quiero hablar de Paris, je t´aime (2006), de Tristan Carné, que no es el director sino quien tuvo la idea de hacer lo que se hizo. Lo que hizo fue convocar a una serie de directores a que hicieran un corto de amor en París, sobre París y el amor. La suma de los cortos da por resultado la totalidad de Paris, je t´aime. Entre los directores convocados encontramos a Joel Coen y Ethan Coen, Isabel Coixet, y Gus Van Sant, por mencionar solo algunos de los más conocidos.

La película abre con Montmartre, de Bruno Podalydès, y ya nos anticipa que se nos van a estar mostrando distintas zonas o barrios de la ciudad con su estado de caos permanente para el transporte, la movilidad, lo cotidiano… y sigue con Quais de Seine, de Gurinder Chadha, para sambullirnos de lleno en ese París de las distintas etnias y religiones que lo conforman. 

Pero quiero hablar especialmente de algunos de los cortos. Y voy a empezar por una de mis directoras favoritas: por Isabel Coixet. Es que excepto una de sus películas que realmente no me gustó, es una sensibilidad artística tan especial la suya, que yo no logro nunca no conmoverme hasta el llanto con ella. Bien, se trata de Bastille. Comienza siendo un corto ligerísimo como una caída en tobogán y luego demora el paso, como si tocáramos la arena del arenero con los pies y nos quedáramos ahí agachados pensando en esos granos. El argumento es este: un matrimonio. El marido se propone abandonar a su mujer. Para eso la cita en un restaurante y entre el plato principal y el postre va a decírselo. La dejará porque dejó de amarla, porque tiene una amante, porque le molesta la canción que ella tararea cuando cocina así como que tenga tantos rush al pedo, que no usa. Pero cuando él va a decírselo, ella comienza a llorar y él, pecando de egocentrismo, piensa que ella sabe lo de la amante. Pero no. Ella le extiende unos análisis que dicen que padece una leucemia que se encuentra en la fase terminal. Acá caemos al arenero. Él no la deja. Se la lleva a casa, le da el postre en la boca, deja a su amante por SMS, la acompaña al cine y de compras, le lee Sputnik, mi amor en voz alta "y todo, hasta la mayoría de las cosas mundanas, tenía un significado diferente, porque él comprendió que lo hacía para ella por última vez". Termina como debe terminar, claro, es Isabel…



Luego, Tour Eiffel, de Sylvain Chomet, me pareció de una estética maravillosa. Los protagonistas son una pareja de mimos, y sus movimientos nos dejan siempre ese sabor de lo circense, que es como una sonrisa con el alma hecha un bollo…


 El tercero al que quiero referirme es Faubourg Saint-Denis, de Tom Tykwer. Es la historia de amor de un chico ciego y su novia, interpretada por Natalie Portman. No muero por ella como actriz aunque me gustaría tener su cara. Pero no elegí este corto por su cara sino por cómo cuenta y muestra una historia de amor: es el ascenso y el descenso de una relación, y está perfectamente narrado desde lo cinematográfico. Ascenso: se enamoran, ella se va a vivir con él, conoce a sus amigos, conoce a sus padres, se apoyan laboralmente, lloran, ríen, cantan, escucha sus deseos, escucha su música, hablan otros idiomas, se intercambian cosas, se abrazan, van al cine, a bailar y de compras, nadan, fuman, gritan. El tiempo pasa. Lo extraordinario es cómo está contado: así, tal cual yo lo pongo en un word; está enumerado con palabras. Y si bien está acompañado de imágenes porque es cine, son en cámara rápida, rapidísima, cada vez más rápido cuanto más pasa el tiempo. Juega la película con el ritmo de la vida y el amor. Es así, se nos va, se nos escurre. El mismo guión dice "el tiempo pasa" y de eso se trata todo esto: de cómo pasa el tiempo y atraviesa al amor. Lo atraviesa y lo parte. Descenso: "El tiempo pasó. Tú gritaste: ¡No!". A mí me dejó algo partida, confieso.

 
 Me dejo el último de los cortos que conforman la película para otro post. Pero en resumen digo: vale la pena ver todos (son dieciocho en total), o sea, ver Paris, je t´aime.

martes, 12 de marzo de 2013

Un poco de amor francés

Por Flor Bea

un poco de amor francés
no muerde su lengua, no...
 Los Redondos.

 
“Dicen que el amor es como un vals: tres giros, ¡sí, sí, sí!’’. ¿La vida será algo así también? ¿Cuántos giros tiene una vida? ¿Cuáles son esos tres giros del amor que dice el guión de Charlotte et son Jules, el corto de Godard (1960)?

Charlotte se fue con otro, qué dolor, qué dolor, qué pena… Y aunque su novio tampoco sabía “cuándo vendrá, do-re-mi, do-re-fa’’, como dice la canción, sabía que volvería, que tarde o temprano “volverías a pedirme perdón’’… ¿A pedirle perdón volvió Charlotte? 

Un hombre tan lógico y centrado como Jules, que parece entender todo a la perfección: la lógica masculina, la lógica femenina, la lógica cartesiana del amor (te quiero, entonces tú me quieres; me quieres, entonces yo te quiero), por momentos se enreda, se confunde, pero no es más que por culpa del amor. No le reprocha a Charlotte que crea en el amor sino en sus teorías. Él, en cambio, está más allá de todo eso. Pero así todo, comprendiéndolo todo, superado en esa situación en la que ella regresa al departamente de él, él le suplica no me dejes!! Ne me quitte pas!!! y entonces yo no puedo hacer otra cosa en esa parte del corto más que pensar en Jacques Brel:


 ¿Tiene miedo Jules de ser abandonado? Sí, tiene miedo. “Sé que soy un cobarde, pero es porque te quiero’’.

Y aunque Jules sabe perfectamente por qué volvió Charlotte (para quedarse con él, ¡por supuesto!) por las dudas se lo pregunta: “Tú tampoco puedes estar sin mí… ¿has vuelto por eso?’’

Véanlo, son solo 12 minutos y es una delicia del cine:
http://www.dailymotion.com/video/xqeju5_charlotte-et-son-jules-de-jean-luc-godard-vose_shortfilms#.UT8GKxmG8y4 

viernes, 1 de marzo de 2013

Última función, y no amagamos más

Por Flor Bea 




Llegó el momento de tener que anunciar la útlima función de esta segunda temporada de Cine debate que organizamos bajo el mismo nombre que bautiza a este blog. Recapitulando la mini historia, hemos proyectado la película sueca Together, una comedia que gustó bastante y sorprendió otro tanto; Nothing Personal, una maravillosa película irlandesa donde la soledad era uno de los ejes temáticos; Climas, una película dirigida y protagonizada por el turco Ceylan; y Secretos de matrimonio, una historia sobre la infidelidad y una propuesta de diferenciación entre el amor y el enamoramiento.
Este sábado, mañana, 2 de marzo, en la misma sala de La Casona De Humahuaca
proyectaremos una quinta película que agregamos de yapa. Se trata de Aquel martes después de Navidad, una película rumana que habla de la infidelidad (continuando con el tema del sábado pasado) y trata, básicamente, en mi opinión, de la decepción. La RAE define decepción como: 1. f. Pesar causado por un desengaño. 2. f. engaño (falta de verdad). 
Ya lo debatiremos...



viernes, 22 de febrero de 2013

Top Secret

Por Flor Bea

 Secretos de matrimonio (2009) es una película en la que los secretos no duran mucho tiempo. Lo secreto se cuenta para que pase a ser parte de todos y “democráticamente se decida qué hacer con esa nueva realidad.

Es una película sueca (la primera peli que proyectamos en este ciclo también lo era: Together) que lleva por título uno muy parecido a una película del año 1973, de Bergman (también sueco, para los distraídos): Secretos de un matromonio. Y a qué no saben cómo se llama el director de la película que proyectaremos mañana...: Bergmark... No me digan que no es todo un universo de coincidencias y similitudes!

Los esperamos mañana sábado 23 a las 20hs. en La casona de Humahuaca para disfrutar de la última función de este ciclo de cine que tanto nos gusta a quienes lo coordinamos y también a ese público fiel que nos sigue y nunca nos falla, y que hace de los debates un momento de risas y reflexiones. Gracias a todos!!!


lunes, 18 de febrero de 2013

Dame un cuarto de chocolate blanco y zambayonny


Por Maite  Pil





http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-214018-2013-02-17.html

El domingo todos hablaban de una nota de Página 12 en la cual se "sugería" que Zambayonny  es un misógino, un machista, o algo por el estilo. Y se preguntaba, la periodista, supongo que lo es, cosas como: ¿El arte tiene límites? ¿Si en lugar de una mujer el blanco de sus bofetadas fueran personas judías o negras, entonarían sus letras con la misma impunidad? 


Esta nota tuvo gran repercusión en las redes sociales, y he leído diversas posturas al respecto. Incluso leí el mail que el mismísimo Zambayonny le envía a la periodista. 

En medio de este torbellino de posts que fui viendo en Facebook, leo la actualización de estado de Valeria Iglesias, escritora, amiga de la casa, post que desconozco si estaba relacionado o no con la nota, pero decía lo siguiente: "Cuando se dice que es el discurso el que construye los modelos con los que vivimos, ¿cómo piensan que se sostiene y se fortalece ese discurso? Gente que subestima el lenguaje, ay, ay!" 

Me dejó pensando. Y me puse a pensar en lo siguiente: ¿Se puede hablar de discriminación sin, a priori, estar fortaleciendo, alimentando, un discurso discriminatorio? ¿Qué es la discriminación? ¿Por qué todos sabemos, suponemos, a quiénes se dirige? ¿Por qué la periodista no tiene pudor en señalar que los judíos o los negros podrían ser discriminados? ¿Qué son las minorías? ¿Quiénes se benefician haciendo estas distinciones? 


Mi humilde opinión es que la minoría es la gente que tiene el poder, la gente que maneja al mundo, la gente que posee las riquezas y los recursos naturales de este planeta. Y que nosotros, todos los demás, me chupa un huevo el género, el color de piel, la religión, somos la mayoría. Una mayoría que ha sido manipulada para que no se reconozca como tal. Una mayoría que ha sucumbido al sistema. Al discurso. 


Este sistema necesita del machista tanto como de la feminista. Necesita del judío, del palestino, del árabe. Necesita de la mujer. Del hombre. De los homosexuales. De ciertas ilegalidades (cada sociedad construye las propias). Necesita del catolicismo. Necesita del petróleo. De la guerra. De los ecologistas. De los de izquierda y de los de derecha. De los ateos. De los peronistas. De los republicanos. De los gordos. De los feos.  De los lindos. De Tinelli. De Leonardo Di Caprio. De Hollywood y de Bollywood. De la pornografía. Del premio Nobel.


Necesita de todo esto y de mucho más, que no alcanzo a procesar, la lista es infinita. Tal vez abarque a casi toda la lengua. El sistema nos necesita separados, catalogados. Nos necesita "conscientes" de esa separación. Para que nos creamos un poco mejor que un "otro" que nos construyen. Para que consumamos en base a eso. Para que tengamos un sector al cual culpar de lo desgraciada que puede resultar la vida. Y para que tengamos un sector que nos haga sentir mejor respecto de la desgracia de la vida. 


No quiero que se mal interprete, no estoy apañando, con esto que digo, fenómenos sociales repudiables. La violencia, aunque más no sea gestada, es condenable. En todas y cada una de sus expresiones. Y no voy a dar ejemplos porque al ejemplificar estaría, ya, discriminando. 


Respecto a si el arte tiene límites o no, no sé... Me parece un sinsentido  preguntarse eso en el 2013. Pensar el arte como una cosa rígida con reglas propias es tonto. Lo mismo  preguntarse si el humor tiene límites. (Yo, particularmente, lo pienso a Zambayonny en un límite entre ambos, si es que se puede hablar de un humor no artístico. Pero no me quiero ir por las ramas). En tal caso pensemos qué limites maneja cada artista, cada humorista. En qué sociedad emerge, a qué público apunta. Contextualicemos. No seamos boludos. Que ni el arte, ni el humor, ni los límites, nacen del huevo o la gallina. 


En fin, este es mi descargo respecto a lo acontecido.

Espero no haber pisado el palito del discurso dominante.
Es probable que sí, no lo sé, debería correrme de mundo, de sociedad, de habitación, de computadora, para poder saberlo...

Voy a cerrar esta reflexión, si se la puede denominar así, citando la frase de una canción que forma parte de la bso (banda de sonido original, esta aclaración es para mi tía, que seguramente no sepa qué significa) de una película que ha marcado mi infancia: "Las cosas del querer". Una película que, no sé si es buena o mala,  pero me ha hecho, entre otras cosas, sentir pasión por el cine y por el amor: 

"Que no tiene na que ver, el color ni la estatura con las cosas del querer"















miércoles, 13 de febrero de 2013

Aclimatados

Por Flor Bea

Ahora que ya nos hemos aclimatado al ciclo de cine debate, que ya conocemos la sala, el lugar y la gente, que ya nos conocemos la cara, ahora sí, vamos a ver “Climas”, una película del turco Ceylan.

“Climas empieza con un verano, unas vacaciones en la playa; y culmina con un invierno, una contemplación bajo la nieve.

“Climas” es la historia de una pareja. Es la historia de un desencuentro y de un reencuentro.

“Climas es el paso del tiempo. Es el cambio de estaciones. Es el cambio de ciudades.

“Climas” es una historia contada con las miradas. Con los silencios. Con la risa histérica. Con las lágrimas. Con la violencia. Con la locura. Con la sensatez. Con la dulzura. 


Con el filo, con el dolor, con la serenidad, con el alma.

 




miércoles, 6 de febrero de 2013

Atrévase a venir

Por Flor Bea

El sábado pasado fue la primera función de nuestro cineclub. Y este sábado próximo iremos por la segunda. En esta oportunidad vamos a ver "Nothing Personal", una película holando-irlandesa en la que una mujer silenciosa y solitaria encuentra a un hombre de esas mismas características. Un "Alcoyana Alcoyana" que, a diferencia del de Berugo Carámbula, no necesariamente deviene en un triunfo.

Les dejamos el trailer para que se tienen.


Recuerden que al finalizar la película, hacemos un pequeño debate para expresar lo que queramos y compartir las impresiones que nos hayan quedado; y que luego, en la misma Casona, nos comemos unas pizzas... Al menos así hemos hecho el sábado pasado y estuvo más que bien!!!

miércoles, 30 de enero de 2013

Veámosla together

Por Flor Bea

Con mucha emoción anunciamos la vuelta de nuestro Ciclo de Cine. El verano pasado fue la primera temporada y ahora vamos por la segunda (y esperamos poder repetirlo cada verano). A los que nos acompañaron el año pasado y a los que no, invitamos este sábado 2 de febrero a las 20hs. a la primera función de nuestro cine debate. Proyectaremos Together, una peli sueca, muy indie, que dura 106 minutos pero que yo debo haber visto en 200 porque le poníamos pausa todo el tiempo para debatir (hablo en plural porque la miré con mi amigo S., gran especialista en cine y compañero de pantallas y guiones) sobre todos los personajes y sus comportamientos. Nos hicimos preguntas y nos dimos algunas respuestas. Nos sorprendimos y nos emocionamos. Nos reímos y nos divertimos. Nos identificamos. Y también nos puteamos cuando poníamos pausa antes de que hubieran pasado 5 minutos de la pausa anterior.
Y de toda esa experiencia me quedó en claro una cosa: la película está buenísima y mejor está no verla sola o solo.

Por eso, los y las invito a que vengan a verla con nosotras, a que la veamos together. Claro que no vale en la proyección poner pausa, pero al finalizar la peli tenemos tiempo para debatir largo y tendido dentro de la sala, y seguirla afuera con cervezas si nos quedamos con más preguntas y respuestas.

En el flyer tienen toda la data, y en el evento que creamos en Facebook, también: https://www.facebook.com/events/276621882466200/?notif_t=plan_user_joined
Entretanto, acá les dejo escenas de la peli para que se vayan tentado...








martes, 22 de enero de 2013

Uno, dos y... ¡Tres!

--> Por Flor Bea

Tres empieza con uno: con un monólogo (¿interior?). O empieza con dos: es un discurso dirigido a una segunda persona que sería su interlocutor/a. Uno está hablando de dos (“tú arriba, yo abajo”) e incluso de tres (“siendo infiel”). Pero también está hablando de uno: cuando dice “escape” o “tú mueres”, inevitablemente queda uno.
Este monólogo es una voz en off sobre la imagen de unos cables de postes, que pasan a la velocidad de quien los mira desde un tren. La cantidad de cables que van de poste a poste es uno, dos o tres, representando lo que el relato en off sugiere.
Este comienzo de la película continúa igual de sugerente: un baile armónico entre tres personas que interactúan con sus cuerpos como si no tuvieran peso parece anticiparnos que la armonía entre tres es cosa posible.
Luego, nos seguimos deleitando con la estética del film: la pantalla dividida en varios recuadros nos muestra simultáneamente diferentes escenas, a una velocidad también de tren. No obstante, no pasarán muchos minutos de película hasta que lleguemos a la demora. Este recurso de la demora tiene un objetivo muy claro: generar ansiedad o impaciencia en el espectador, y conmigo les ha salido de maravillas. Mientras su novio la llama desesperado varias veces al teléfono celular para avisarle que está en el hospital por un problema de salud que se ha convertido en una emergencia, ella está enredándose en situaciones de las que ni siquiera goza completamente porque una parte de ella misma le indica que en su comportamiento hay algo fuera de lugar; sin embargo, todo su entorno (de música y festejos, en contraste con el silencio hospital que está habitando él) la sumerge cada vez más profundo en esa situación de la que tanto le costará huir (de manera literal, incluso, pues va a intentar escapar por una puerta de emergencia que, paradójicamente, parece estar trabada y no puede abrir). Esta situación de demora nos recuerda un poco a esos sueños (pesadillescos) en los que todo se trata de llegar a un lugar pero el personaje (uno mismo, en ocasiones) realiza acciones que no conducen a ese lugar ni generan movimiento hacia la meta. Y este desliz que me permito hacer sobre los sueños, lo hago porque la película tiene mucho de eso: en escenas en blanco y negro, vemos sueños y pesadillas de alguno de los personajes sobre un tema tan recurrente en lo onírico: la muerte. E, incluso, con el cliché de la caída de los dientes y su supuesto presagio de malos augurios.
Tres personajes llenos de dudas, pero también de respuestas a las dudas de los otros. Cuando uno de ellos, confundidísimo tras una experiencia sexual, se empieza a preguntar (de una manera más personal a cómo lo planteo yo acá, pero la idea que subyace es la misma) qué es ser homosexual o qué sexo (en ambos sentidos de la palabra) prefiere si tiene que elegir uno, otro personaje (que paradójicamente trabaja con la biología humana) le responde que no se preocupe, que salga de esas ideas deterministas de la biología. Y desde entonces, las historias van a correr en un sentido en el que romper con ciertas convenciones será una respuesta o salida posible.
La película (de amor, sin dudas, pero también de búsquedas) está permanentemente en el borde entre la fantasía (lo fantasioso, inclusive) y la realidad. La exactitud y la aproximación. La vida y la muerte. La ciencia y la superstición (incluso, cierta numerología; y no podemos ignorar el título de la película…). El determinismo y el azar. Así, los tres coincidirán, se encontrarán (por accidente a veces, y otras veces con intención) y se desencontrarán en todas las combinaciones posibles que tres pueda generar.

Vi esta película alemana sentada cómodamente (digo que estaba cómoda porque la verdad es que quedé fascinada con las butacas tipo sillón de un cuerpo que tiene ese cine) en primera fila de la sala Godard del Cineclub Buenos Aires MonAmour, sala que ya hace un tiempo se sumó a la clásica del barrio de San Telmo. Toda esta semana la siguen dando (pueden consultar los horarios en el sitio web del BAMA: http://www.cineclubmonamour.com/). Sin dudas, vale la pena verla y reencontrarse, de paso, con el director de Corre, Lola, corre. ¡Bien por Tom Tykwer!

domingo, 20 de enero de 2013

Anarconeurosis.


Por Maite Pil.

Estuve analizando, en lo que va de este nuevo año, mi pasado amoroso. Todavía no terminé. Pero hoy recordé, por esas cosas de la vida, a un viejo amante en particular: el anarquista. Personaje. Un día me sugirió que comprásemos una heladera juntos para el depto que usábamos de bulo. No sé si era un indicio de que quería un mayor compromiso o si realmente solo no iba a poder hacerlo. Me han propuesto peores cosas. Ojo. Una vez me invitaron a comer una hamburguesa a medias. Sin papas.
Nadie puede decir que yo salgo con tipos por su plata. O sus modales. 
El punto es que, tras varios encuentros con el anarquista, heladera de por medio, decidí que no quería verlo más. Me invita un día, a lo que yo sabía que era, nuestro  último encuentro. Día de semana. Cuando alguien te gusta no contás las horas que vas a poder dormir pero no era este el caso. Pensaba, entonces, entre que vamos a cenar, después vamos al depto, etc, se va a hacer muy tarde. Con lo cual le dije de ir directo a su casa con una picada (para ahorrarme unas horas). Esa noche discutimos sobre algo que no recuerdo y no nos vimos más. Tiempo después hablo con él, me hace referencia a esa noche, y me menciona “el lindo gesto de la picada" y la culpa que le había generado nuestro distanciamiento en ese marco de "agasajo" de mi parte. 
Años más tarde me vi envuelta en una situación similar: Me empecé a escribir con un ex y le terminé diciendo de vernos porque ya no toleraba sus faltas de ortografía.
Si todo esto hubiera tenido lugar en mi infancia, podríamos decir que se trataría de “la escena traumática”. Es decir, ese acontecimiento, o conjunto de ellos,  que me dispararon la siguiente ilación neurótica: si yo soy capaz de despreciar con un acercamiento, acaso, aquellos hombres que me desprecian ¿no estarán, en verdad, ocultando su verdadero deseo?
El principio del fin de las relaciones saludables. O, mejor dicho, de las relaciones.
Por suerte, a lo largo de varios años de análisis, no resolví nada pero aprendí una cosa: me tiene que chupar un huevo el deseo del otro.  

viernes, 18 de enero de 2013

Metro je t'aime

Por Flor Bea

 
Como algunos de mis lectores sabrán o habrán sospechado a partir de anteriores entradas en este blog, parte del año recientemente pasado lo pasé en Francia, sobre todo en París. Yo no voy a venir a decir que París no es la ciudad del amor (“no voy a ser yo, como diría Kevin Johansen), porque no me gusta desmitificar nada. Pero voy a decir que si París es la ciudad del amor, es la ciudad de otra cosa también. Y de otra cosa que claramente no queda del lado del amor, pero que sin embargo aparece bastante seguido en las relaciones “amorosas” (o en esos pares que a veces formamos y que ya ni sé cómo nombrar): la indiferencia. Hoy hablaba con una colega francesa que hace algunos años vive en Buenos Aires y llegamos a la conclusión de que acá o en la China nos pasa lo mismo: sentimos indiferencia por parte del otro llegado un determinado momento de esa relación que consiste en verse pero en la cual no vale comprometerse ni emarorarse. Pero no quiero hablar de la indiferencia en las relaciones de pareja en general, y ni siquiera en las que experimenté yo. Solo quería referirme a esa indiferencia que detecté en París, que consiste simplemente (o de manera compleja) en que cada cual atiende su juego y el que no, y el que sí, muy solo estará. Tampoco creo que, en los tiempos que corren, la indiferencia sea un fenómeno exclusivo del amor (y mucho menos de París, aunque allá sea difícil no detectarla) sino que más bien pareciera ser moneda corriente en otros ámbitos y tipo de relaciones también.
Siguiendo en la línea de no desmitificar, voy a agregar a la idea de que París es la ciudad de los enamorados, otra idea: es también la ciudad de los locos. Sí, en las calles de París he visto tantos locos como parejas besándose. Junto al Sena, en Montmartre, en Montparnasse y en Carrefour, la locura y el amor empatan. Pero hay, además, otro lugar donde la locura y la indiferencia están a flor de piel, y ese lugar es el metro.
Bueno, el metro de París es todo un tema. Y todo lo dicho hasta ahora no fue más que una introducción para hablar del metro de París. Ese maravilloso metro de 13 líneas (si ahora mal no recuerdo) tiene una mística única. Al metro de París suben esos personajes que hablan solos y gritan y cantan, y nunca se bajan en una parada anterior a la de uno. También viajan esos hombres elegantes con tapado y zapatos que terminan en punta y que van mirándose las puntas de los zapatos y no piensan levantar la mirada ni para chequear que no se hayan pasado. Sin embargo, también viaja esa belleza tímida que te mira de reojo (¿ni locura ni indiferencia, sino amor?). En Buenos Aires es la misma cantinela; no podemos negar a esta altura (y menos en enero) que el subte es un lugar hot. Y ni siquiera hablo de la situación de viajar apretujados; hablo de ese estar de frente, ese estar en el mismo lugar, ese gustarse, ese roce, esa piel, esa mirada, esa sonrisa, esa química intangible, esa primera vista.
Como los frances son unos románticos y unos apasionados, y no por nada el beso francés y otras cosas que vale la pena descubrirles, cuentan con una herramienta para reparar el error cometido al haber observado de reojo a una linda chica todo el viaje en metro y no haberle pedido el teléfono o haberse bajado en la estación de ella o, simplemente, haberla agarrado contra el caño y haberla besado ahí in situ. Y esa herramienta reparadora del daño no es nada más ni nada menos que un sitio web que en español sería algo así como flasheéconvospuntocom: http://www.flashesurtoi.com/. Entonces, si no se trata de un francés o una francesa que le hace culto a la indiferencia (sin siquiera reprar en ello) ni de un loco/a que ha quedado apartado de la sociedad y que ya no busca a nadie, ahí el flaseado puede postear avisos buscando a ese individuo que le ocupa toda la cabeza desde que lo vio; cosas del tipo (copio y pego, esto es real): “Bonjour, on a échangé quelques regards et sourires; vous en sarouel et moi jeans et manteau... j'aimerais vous revoir…
No se preocupen, los argentinos también contamos con un sitio así: http://www.ayerpase.com.ar/. Ahí pueden postear cosas como (idem): “Chico Alto ojos claros Linea D a la mañana URGENTE!!! Sos alto de ojos claros te bajas en tribunales...te tomas el subte a las 8.45 viajamos en el mismo vagon! necesito saber tu nombre! algun dato tuyo si lees esto contéstame es que en persona no me animo a hablarte...pero siempre nos miramos! XD
Y abajo hay una especie de link que dice » Soy yo! Entonces, si sos, clickeás ahí y se abre la página para que la llenes con tus datos y le llegue a la chica que te busca. La frutilla del sitio: los happy ending. Ahí podrán leer historias de amor que comenzaron con timidez en un subte y terminaron con torta blanca y el momento de las ligas.

¿Vieron? Este post no era para decir que el metro (ni París) es el lugar ideal para encontrar la indiferencia y la locura, sino para animarlos a buscar (en el subte, metro o donde mierda sea) esa cosa extraordinaria que cuando funciona (bien) es capaz de abolir la indiferencia y disimular muy bien la locura: el amor. Sabrán que, a pesar de TODO, sigo pensando que en el amor se hallan maravillas.