lunes, 18 de febrero de 2013

Dame un cuarto de chocolate blanco y zambayonny


Por Maite  Pil





http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-214018-2013-02-17.html

El domingo todos hablaban de una nota de Página 12 en la cual se "sugería" que Zambayonny  es un misógino, un machista, o algo por el estilo. Y se preguntaba, la periodista, supongo que lo es, cosas como: ¿El arte tiene límites? ¿Si en lugar de una mujer el blanco de sus bofetadas fueran personas judías o negras, entonarían sus letras con la misma impunidad? 


Esta nota tuvo gran repercusión en las redes sociales, y he leído diversas posturas al respecto. Incluso leí el mail que el mismísimo Zambayonny le envía a la periodista. 

En medio de este torbellino de posts que fui viendo en Facebook, leo la actualización de estado de Valeria Iglesias, escritora, amiga de la casa, post que desconozco si estaba relacionado o no con la nota, pero decía lo siguiente: "Cuando se dice que es el discurso el que construye los modelos con los que vivimos, ¿cómo piensan que se sostiene y se fortalece ese discurso? Gente que subestima el lenguaje, ay, ay!" 

Me dejó pensando. Y me puse a pensar en lo siguiente: ¿Se puede hablar de discriminación sin, a priori, estar fortaleciendo, alimentando, un discurso discriminatorio? ¿Qué es la discriminación? ¿Por qué todos sabemos, suponemos, a quiénes se dirige? ¿Por qué la periodista no tiene pudor en señalar que los judíos o los negros podrían ser discriminados? ¿Qué son las minorías? ¿Quiénes se benefician haciendo estas distinciones? 


Mi humilde opinión es que la minoría es la gente que tiene el poder, la gente que maneja al mundo, la gente que posee las riquezas y los recursos naturales de este planeta. Y que nosotros, todos los demás, me chupa un huevo el género, el color de piel, la religión, somos la mayoría. Una mayoría que ha sido manipulada para que no se reconozca como tal. Una mayoría que ha sucumbido al sistema. Al discurso. 


Este sistema necesita del machista tanto como de la feminista. Necesita del judío, del palestino, del árabe. Necesita de la mujer. Del hombre. De los homosexuales. De ciertas ilegalidades (cada sociedad construye las propias). Necesita del catolicismo. Necesita del petróleo. De la guerra. De los ecologistas. De los de izquierda y de los de derecha. De los ateos. De los peronistas. De los republicanos. De los gordos. De los feos.  De los lindos. De Tinelli. De Leonardo Di Caprio. De Hollywood y de Bollywood. De la pornografía. Del premio Nobel.


Necesita de todo esto y de mucho más, que no alcanzo a procesar, la lista es infinita. Tal vez abarque a casi toda la lengua. El sistema nos necesita separados, catalogados. Nos necesita "conscientes" de esa separación. Para que nos creamos un poco mejor que un "otro" que nos construyen. Para que consumamos en base a eso. Para que tengamos un sector al cual culpar de lo desgraciada que puede resultar la vida. Y para que tengamos un sector que nos haga sentir mejor respecto de la desgracia de la vida. 


No quiero que se mal interprete, no estoy apañando, con esto que digo, fenómenos sociales repudiables. La violencia, aunque más no sea gestada, es condenable. En todas y cada una de sus expresiones. Y no voy a dar ejemplos porque al ejemplificar estaría, ya, discriminando. 


Respecto a si el arte tiene límites o no, no sé... Me parece un sinsentido  preguntarse eso en el 2013. Pensar el arte como una cosa rígida con reglas propias es tonto. Lo mismo  preguntarse si el humor tiene límites. (Yo, particularmente, lo pienso a Zambayonny en un límite entre ambos, si es que se puede hablar de un humor no artístico. Pero no me quiero ir por las ramas). En tal caso pensemos qué limites maneja cada artista, cada humorista. En qué sociedad emerge, a qué público apunta. Contextualicemos. No seamos boludos. Que ni el arte, ni el humor, ni los límites, nacen del huevo o la gallina. 


En fin, este es mi descargo respecto a lo acontecido.

Espero no haber pisado el palito del discurso dominante.
Es probable que sí, no lo sé, debería correrme de mundo, de sociedad, de habitación, de computadora, para poder saberlo...

Voy a cerrar esta reflexión, si se la puede denominar así, citando la frase de una canción que forma parte de la bso (banda de sonido original, esta aclaración es para mi tía, que seguramente no sepa qué significa) de una película que ha marcado mi infancia: "Las cosas del querer". Una película que, no sé si es buena o mala,  pero me ha hecho, entre otras cosas, sentir pasión por el cine y por el amor: 

"Que no tiene na que ver, el color ni la estatura con las cosas del querer"















2 comentarios:

  1. Una pena enorme ver una mina inteligente como Mariana Carbajal prenderse en semejante despropósito. La verdad, una decepción. Siempre supe que era del "núcleo duro", pero albergaba la esperanza de un poco de sensibilidad en su juicio.

    De quienes teorizan sobre "el lenguaje" y "la dominación", no tengo palabras. Ni siquiera la línea chabacana dedicada que tal vez buscan para fortalecer su discurso. Ni tampoco una argumentación arbolada de cultura e historias, de psicologicismos ni similares. Si no pueden entender el humor, si no pueden salir de la trinchera de la víctima, es en balde.

    El movimiento feminista se debe un debate SERIO sobre el límite entre la militancia y la pelotudez.

    Saludos,

    Manu

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  2. "Mi humilde opinión es que la minoría es la gente que tiene el poder, la gente que maneja al mundo, la gente que posee las riquezas y los recursos naturales de este planeta. Y que nosotros, todos los demás, me chupa un huevo el género, el color de piel, la religión, somos la mayoría. Una mayoría que ha sido manipulada para que no se reconozca como tal. Una mayoría que ha sucumbido al sistema. Al discurso."


    Hace bastante que intento difundir esta idea y a mucha gente le cuesta comprenderlo... Respect

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