domingo, 20 de enero de 2013

Anarconeurosis.


Por Maite Pil.

Estuve analizando, en lo que va de este nuevo año, mi pasado amoroso. Todavía no terminé. Pero hoy recordé, por esas cosas de la vida, a un viejo amante en particular: el anarquista. Personaje. Un día me sugirió que comprásemos una heladera juntos para el depto que usábamos de bulo. No sé si era un indicio de que quería un mayor compromiso o si realmente solo no iba a poder hacerlo. Me han propuesto peores cosas. Ojo. Una vez me invitaron a comer una hamburguesa a medias. Sin papas.
Nadie puede decir que yo salgo con tipos por su plata. O sus modales. 
El punto es que, tras varios encuentros con el anarquista, heladera de por medio, decidí que no quería verlo más. Me invita un día, a lo que yo sabía que era, nuestro  último encuentro. Día de semana. Cuando alguien te gusta no contás las horas que vas a poder dormir pero no era este el caso. Pensaba, entonces, entre que vamos a cenar, después vamos al depto, etc, se va a hacer muy tarde. Con lo cual le dije de ir directo a su casa con una picada (para ahorrarme unas horas). Esa noche discutimos sobre algo que no recuerdo y no nos vimos más. Tiempo después hablo con él, me hace referencia a esa noche, y me menciona “el lindo gesto de la picada" y la culpa que le había generado nuestro distanciamiento en ese marco de "agasajo" de mi parte. 
Años más tarde me vi envuelta en una situación similar: Me empecé a escribir con un ex y le terminé diciendo de vernos porque ya no toleraba sus faltas de ortografía.
Si todo esto hubiera tenido lugar en mi infancia, podríamos decir que se trataría de “la escena traumática”. Es decir, ese acontecimiento, o conjunto de ellos,  que me dispararon la siguiente ilación neurótica: si yo soy capaz de despreciar con un acercamiento, acaso, aquellos hombres que me desprecian ¿no estarán, en verdad, ocultando su verdadero deseo?
El principio del fin de las relaciones saludables. O, mejor dicho, de las relaciones.
Por suerte, a lo largo de varios años de análisis, no resolví nada pero aprendí una cosa: me tiene que chupar un huevo el deseo del otro.  

3 comentarios:

  1. Muchos años de analisis y todavia no aprendi nada jajaja. Me sigo enamorando como loca del que no me quiere. Soy un problemon.
    Me encanto el post. Siempre las leo.
    Beso grande.
    Lau

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  2. ...Años de análisis y creo que algo se aprende, aunque sea poco ponele, pero algo siempre suma en las experiencias... respecto al post... mmm... me gustó, muy identificado. TB soy una especie de anarkista, aunque muy flexible con las ideologías en general, más bien linyera digamos, y si te puede servir te digo casi seguro que lo de la heladera fue simplemente por ahorrarse unos pesos, la heladera significa "conserva" y esa palabra es un poco pesada para alguien que vive en el presente, nosé...
    Un beso grande tb, gracias!
    Ignacio.

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  3. Años de analisis y creo que algo, aunque poco, se aprende... Respecto a la heladera y el anarko, yo tb soy una especie parecida aunque más tirando a linyera-post-apocalíptico, ese artefacto significa consevar, conservadora y esa palabra es bastante pesada para un perfil así, creoque era para ahorrarse unos pesos también... bueno, espero sirva de algo, y sino también: me tiene que chupar un huevo (o una rodilla, o una muñeca) el deseo del otro...
    Gracias y besos!
    Ignacio.

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