miércoles, 27 de octubre de 2010

Pizza con orgasmo

Por Flor Bea

Dicen que es común que suceda entre médicos que se pasan la noche juntos haciendo guardias. Bueno, también es común entre contadores que se quedan haciendo horas extra para cerrar el balance, o entre estudiantes que se quedan hasta las cinco de la mañana preparando el final que rinden al día siguiente. Sí, es común. Es común sobre todo cuando ya llevan varias noches con ese ritmo, juntos. Entonces, de pronto tu colega médico sale del baño subiéndose la bragueta delante de vos, con absoluta confianza, mientras te dice: “Yo creo que si mañana no le baja la fiebre deberíamos hablar con el Dr. Fulano a ver qué opina”. Y vos estás pensando que es muy hábil subiendo cierres y que seguramente bajándolos también. Y que desabrochando corpiños debe ser hermoso, sobre todo si es de esos que te dan besos en la nuca mientras lo hacen, o te corren el pelo pasándolo por encima de tu hombro con la misma delicadeza que en el siglo pasado se metían cartas de amor en un sobre. “¿Te parece bien?”. “Sí, me parece perfecto”, le respondés, porque a esa altura, le darías todos los gustos toda la noche. Sí, le darías toda la noche, todos los gustos.

Scrubs[1], temporada 1, capítulo 15. No apto para mujeres que acaban de perder a un buen amante (de esos buenos amantes que, encima, se hacen querer algo… o bastante). La Dra. Elliot Reid (Sarah Chalke) está en la casa de su compañero, el Dr. J.D. (Zach Braff), tomando un cerveza y escuchando las disculpas que él le pide por haberla acusado, el día anterior, de estar celosa de la minita que lo tenía embobado. Pero como la minita ya fue, por razones que a esa altura a nadie le interesan, Elliot aprovecha el tema de los celos para hacerle saber a su colega que, por dios, sí, muere por acostarse con él. Llamalo celos, llamalo calentura, llamalo amor, llamalo como quieras, J.D, ¡pero llevala de una buena vez a la cama! Él es entre tímido y dormido, así que ella lo empuja hasta la habitación.
Día siguiente. J.D amanece plácidamente en su cama, como todas las mañanas, pero con un rubio detalle: ¡Elliot a su izquierda!
Dicen que es normal que en esos momentos pienses: “Y ahora qué hago, qué le digo, ¿vamos a trabajar juntos o le digo que vaya yendo primero, así no nos ven llegar al mismo tiempo?, en el trabajo… ¿lo miro con cara de “nunca me acosté con vos” o con cara de “te conozco desnudo”?, ¿le hablo ahora del tema o no le hablo ahora ni nunca?, ¿le cuento a alguna compañera o guardo el secreto?, ¿lo consulto con él?, ¿volverá a repetirse? No, nunca más, es una locura, no tendría que haber pasado, qué resaca de mierda…”, etc, etc.
Momentos incómodos si los hay. Elliot está tratando de autoconvencerse de que no hay motivos para sentirse así, de que esas cosas ocurren todo el tiempo. Incluso, le dice a J.D que deberían simplemente pasarlo por alto y dejar las cosas tal como estaban el día anterior. J.D lo acepta como un niño obediente. Pero de pronto, dan vuelta todo. Ambos asumen que no quieren despedirse, y Elliot vuelve a la cama de él mientras va desnudándose por el camino. J.D, que tiene de torpe lo que ella tiene de rápida, llega a la cama después de tropezarse en el trayecto que va del living a la habitación.
Polvo, tras polvo, tras polvo, transcurren varias horas en las que se quedan juntos prácticamente sin sacar los cuerpos de la cama (se ve que tenían franco los dos). Como son mortales, suponemos que se levantan para ir al baño (la serie no lo muestra). Como son mortales, y encima están gastando calorías a lo loco, necesitan alimentarse: se piden una pizza (sabemos que J.D le abre al chico del delivery aunque la serie no lo muestra).
Comen en la cama. Se llenan los labios de grasa y se pasan la grasa de boca a boca, de lengua a lengua y quién sabe por dónde más. Ella quiere repetir: otra porción, más de él, lo que sea. Elliot está insaciable, pero bien: J.D sabe complacerla.
Elliot necesita hablar de la relación: después de la quinta vez de acostarse con un tipo le gusta aclarar cómo son las cosas. Evidentemente, por vez no cuenta encuentro o cita sino polvo, así que a las 4 PM le pregunta a J.D si son novios. “Sí”.
Se hacen las 9 de la noche, ya llevan horas de sexo, de pizza y de noviazgo; se ríen, juguetean. 11.59 PM se despiden esperanzados y casi convencidos de que eso va a funcionar. Se van a extrañar toda la noche (eso en mi barrio es enamoramiento). Pero lo bueno es que saben que en un par de horas vuelven a verse en el trabajo. Qué lindo.
Y aunque en los días sucesivos todo sale como el culo, porque tener pareja no es algo que a Elliot y a J.D les resulte precisamente fácil (como a varios mortales que varios conocemos), quién te quita el recuerdo de una jornada así, ¿no? Claro que tampoco se puede transformar un encuentro como ese en algo cotidiano, porque la mujer en cuestión terminaría necesitando un trasplante de vagina, como Elliot misma dice a juzgar por la suya, también a las 4 PM.

De todos modos, si van a imitar la escena en casa, un consejo: ¡OJO con la muzzarella!, mucho cuidado. Es un peligro comerse una porción de pizza acostado boca arriba. Y más peligroso aun que la posición, es estar masticando un pedazo mientras vas alcanzando el orgasmo… El tema es que si, a causa del grito o la euforia, se te llega a enredar la muzzarella en las cuerdas vocales, o se te queda pegado un pedazo en las amígdalas, no la contás. Ellos porque son médicos y sabrán de primeros auxilios, pero los que no, deberíamos ser prudentes, al menos, con ese tipo de queso.
Porque una cosa es que la historia se cague después por incompatibilidad de caracteres (como, según dice el Dr. Cox en este mismo capítulo, les sucede a 9 de cada 10 parejas) o por incompetencia para el amor (ignoremos estadísticas o nos deprimiremos); y otra, muy diferente, es cagarte una tarde así por querer combinar pizza con orgasmo. Mejor, bajala primero con una copita de champagne (a la pizza, digo).




[1] Scrub -bb- verbo transitivo - fregar, restregar, refregar.

2 comentarios:

  1. El Pizzexo o la Sexizza es lo más de Zamora.

    Habilita frases con dobles sentidos por doquiermente:

    - Vos pedila con total desacato que yo deliberadamente te la reparto.

    - Te paso la lengua y después te muerdo y porque soy ambicioso prometo no detenerme hasta llegar a tu carozo.

    - Te quedaste con hambre? Yo tengo la solución! Abrí la boca mamita que te arrimo mi porción.

    ETC,ETC,ETC...


    Larga vida a la faina.

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  2. q asquerosos,
    lo peor que puede haber en esta historia es que
    EL HOMBRE NUNCA PUEDE PONERSE EN LA CABEZA DE LA MUJER.
    podra conocer todos sus secretos, y podra darle todos los gustos para sostener su propio ego, pero si quieren contar un cuento de chicas y chicos que las chicas sean chicas y los chicos sean chicos. sino es trampa.

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