viernes, 1 de octubre de 2010

El cuento del delivery




Por Maite  Pil

Era el primer viernes que ella se sentía de novia. La cosa andaba. El sábado iban a ir ambos –Cata y Eber- a sacar los pasajes para irse a la costa en Semana Santa. Ella había quedado –al menos así lo creía- que iba a dormir a la casa de él, para ir juntos a retiro al día siguiente. Cata decide llamarlo para ultimar detalles:
-Hola Eber ¿cómo estás?
-Muerto, la verdad, ¿vos?
-Bien bien…Bueno, ¿cómo hacemos hoy?
-No sé ¿vos tenés planes?
-No –Dijo Cata, estrenando su nuevo tono de voz de novia cuasi decepcionada.
-Bueno, porque yo estoy muerto, me quiero acostar a dormir un rato. Si vos salís, más tarde te llamo, cuando me despierte, y te venís para casa.
- Bueno, dale –Respondió ella tratando de sobreponerse al deprimente panorama-. Me voy a tomar algo con las chicas entonces, aprovecho que hace un montón que no las veo,  llamame ¿si?
-Dale, quedamos así, te mando un beso.
-Besos.
Acostarse a dormir la siesta un viernes a las nueve de la noche es algo que ella jamás haría; pero no quería darle vueltas al asunto. Se fue al bar de sus épocas de soltera a aguardar el llamado de su bello durmiente. El celular sonó, se fue del lugar, se metió en un taxi y, en un abrir y cerrar de ojos, el portero del edifico le estaba abriendo la puerta de calle.
Ya arriba, ni bien él la recibe, en esa milésima de segundo que se tarda en procesar una imagen, ella supo lo peor. Cata lo besó y entró al departamento como quien entra a la escena de un crimen; las pruebas se le hacían cada vez más evidentes. Eber no estaba despeinado, tenía las zapatillas puestas con los cordones atados, y una cara reluciente. “Este hijo de puta no se acostó a dormir” pensaba ella mientras iba camino al sofácama insólita y prolijamente hecho. Se recostó y vió arriba de la mesa una caja de doce empanadas:
- ¿Cenaste? –le preguntó disimulando el odio que se había apoderado de todo su sistema nervioso.
- Sí, me pedí unas empanadas antes de tirarme a dormir –respondió él, y agregó- ¿Querés una?
Cata no tenía hambre pero aceptó amablemente sólo para  continuar con su investigación. Abrió la caja y  encontró cuatro empanadas:
-¿Cuántas empanadas te comiste, Eber?
- Seis.
- ¡Faltan dos empanadas, Eber!
- ¡Me cagaron los del delivery! –dijo con cara de sorprendido mientras se agarraba la cabeza con las dos manos. 
"Me está tomando por pelotuda" pensaba ella mientras sentía una mezcla de angustia y vergüenza ajena insostenible. Y continuó la conversación:
- Decime con quién comiste, no me voy a enojar. ¿Comiste con Felipe?. Felipe era un amigo de Eber que no sentía cariño por Cata.
- No comí con nadie, te digo que me cagaron los del delivery, mañana voy a llamar a quejarme ¡No puede ser, les pido siempre a estos turros!
- ¡Dale Eber decime con quién comiste porque sé que me estás mintiendo, es obvio, decime la verdad!

La discusión siguió por cuatro horas. Él le dio un sermón acerca de lo importante que era tener confianza en la pareja; ella se fue a dormir con el enemigo. A la mañana siguiente, Cata se encerró en el baño con el celular de Eber mientras él dormía. Encontró unos mensajes donde arreglaba la cena con una mujer, mujer que no sabía quién carajo era. Pero la frutilla del postre para Cata fue un mensaje posterior,  en el que Eber le avisaba al portero que si ella llegaba, ya podía hacerla pasar. Entonces sentada en el inodoro rompió en llanto y balbuceó:
- Encima estaba en complot con el hijo de puta del portero… ¡Lo voy a matar!
Salió del baño furiosa y desencajada, se vistió silenciosamente y tomó un trago de cerveza caliente que estaba a los pies de la cama. Lo observó dormir por un segundo, decidió despertarlo de un sopapo y se fue. 


2 comentarios:

  1. Aguante Cata!!! Una mmujer muy observadora, no como una que a veces prefiere hacerse la pelotuda!
    Gi

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  2. Cata una fenomena, observadora, detallista, quizas un tanto explosiva pero la banco! Eber demasiado Pelotudo jajaja! Ademas el sermon de la confianza es taparse con tierra antes de dejar de respirar Eber....!

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