Por Maite Pil.
El domingo pasado hice mi columna habitual partiendo de una entrevista que le hicieron a Kohan titulada " Acostarse con un boludo no es violencia". Luego leo una nota, en contestación a ésta - titulada "Por una pedagogía del cuidado, el acuerdo y la responsabilidad afectiva"- y realmente, quedé pasmada.
Por un lado, pareciera que en la medida en que no se dice o se aclara todo, inmediatamente se valida lo omitido. Estamos al horno, eh.
Y esto no lo digo en defensa de una ni en detrimento de otra, porque no conozco a ninguna de las dos y poco me interesan como personas, no las conozco y probablemente jamás me las cruce en la vida.
Pienso en sus discursos y lo que producen. Creer que quien dice "cogerse a un boludo no es violencia" está eximiendo de responsabilidad a un hombre- o está negando que exista un sistema que es mucho más permisivo con el hombre- es reaccionario, no crítico.
Las quejas respecto del amor resuenan mucho más en el campo de lo femenino.
Y sí, claro que por algo es!
Por otra parte, si hay algo que rescato de la entrevista con Kohan, es la capacidad que tuvo para identificar la queja y cierto costumbrismo femenino en torno a eso que nos decepciona, nos angustia. Yo no me sentí boludeada con esa nota, todo lo contrario.
Superar la queja y hacer de ella una herramienta de cuestionamiento subjetivo es lo mejor que nos puede pasar.
Porque, es cierto, estadísticamente hay un montón de boludos - soportados por un sistema patriarcal, ya lo sabemos- pero si siempre estás con boludos, una angustia debería interpelarte. No hay mejor forma de empoderarse que haciéndose cargo de las elecciones. Y las elecciones, obviamente, se hacen en un tiempo y un espacio que es patriarcal, señoras y señores. O nos cae esto como un balde de agua fría?!
Yo pensé que una de las cosas que el feminismo iba a poder romper es la idea de que un discurso domine por sobre otro. Viendo esto, temo que he sido ingenua.
Acá hay gente que sigue midiéndose el pito, viendo quién define o defiende mejor a la mujer, pero cagándose lisa y llanamente en la pluralidad de voces.
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