Por Flor Bea
Siempre he sentido que vos y yo estamos sentados en el mismo
cine, pero mirando películas diferentes. Estamos viajando en el mismo avión,
pero yendo a destinos diferentes. Estamos comiendo la misma comida, pero
sintiendo sabores diferentes. Estamos haciéndonos el amor, pero amándonos
diferente. Estamos enamorándonos, pero jugando diferente.
Y pasan los años y yo sigo atrapada en la misma sala, en el
mismo viaje, en el mismo plato, en la misma cama, en el mismo tablero. Aunque
yo creía que no.
¿Por qué somos así? ¿Por qué somos tan ajenos y pasajeros y
estamos tan enajenados?
De pronto, en una noche, se me encogió la vida. Los últimos
años vividos se me diluyeron en el recuerdo de un más atrás. Mis últimos
amantes, mis últimas parejas, dejaron de tener nombre y rostro. Lo que dolió,
ahora ni lo conozco. Lo que bailé y sonreí, ahora no lo soporto. Se me redujo
todo a Uno.
Es uno. No seremos dos. Ya hemos aprendido que no sabemos
hacer esa suma. Y sin embargo, cuando el día se ha hecho muy largo, vos y yo
caemos cansados en un discurso que nos monta otro escenario.
Te acariciaría la planta del pie todo el día. No te enojes,
anoche me lo pedirías; ya sé, ahora ya se hizo de día.
Toda. Toda la historia reducida a nuestro pasado. ¿Para qué
hemos pasado, últimamente, por estos últimos años?
Tengo
mucho más para decir pero te lo resumo: se me ha hecho un puto daño.
Gracias Flor. Es hermosamente doloroso. Te quiero, Mariana
ResponderEliminarAyer en mi clase de meditación nos decían: “busquen un dolor, algo que les duela mucho últimamente, y alójenlo en el ombligo. No traten de que se vaya, acéptenlo“. (Too much zen???). Después tuve que escribir esto, o el ombligo me estallaba...
ResponderEliminarYo tengo el mismo puto daño. Pero en diferente vida.
ResponderEliminarYo tengo el mismo puto daño. Pero en diferente vida.
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