sábado, 23 de junio de 2012

Llamado de atención.


Por Maite Pil

A Juan José Burzi por la gracia en la desgracia.


 http://www.youtube.com/watch?v=o8Wo4Hd4RZ8&feature=related


Es muy feo despertarse un sábado a la mañana con el celular. Sobre todo si quien llama es el técnico de Telecom que está esperando en la planta baja. Salté de la cama, escondí la botella de vino que estaba sobre la mesa, cerré la cocina, estiré el acolchado, me puse el jean. En el ascensor me di cuenta de que no me había lavado los dientes. Horror. Bueno, tengo una polera, pensé. Puedo hablarle y taparme la boca con el cuello. Total, qué sabe, puedo ser tímida. O puedo tener un defecto en la dentadura que me condiciona socialmente. Él no lo sabe. 
Cuando subimos descubro que no había cerrado el placard. Toda mi ropa, toda la ropa que tengo en esta vida, rebalsando hacia el mundo. Los cajones semi cerrados. Un espanto. El caos me pone muy loca cuando otro más puede observarlo. En cambio, el caos y yo a solas, nos entendemos. De hecho, basta que haga limpieza para perder unas cuantas cosas. Como la pala. A veces me pregunto si la habré tirado junto con la basura que ella contenía. Sería como un síntoma psicótico, o algo así. Confundir lo literal con lo simbólico. Los psicóticos no entienden metáforas, generalmente. Y yo no entendí que la pala, aunque estuviera con la basura, no era parte de ella. O al menos, esa es la construcción que hago de esta misteriosa desaparición.
El técnico se fue rápido y dejó la línea en funcionamiento, por suerte. Y se fue sin juzgarme por el estado de mi casa, por suerte también. En un momento sentí miedo, ¿Y si es un violador o un loco? ¿Qué clase de persona se pone un anillo así en el dedo meñique? ¿Será una insignia mafiosa?
Funciona el teléfono y él se fue sin matarme ni violarme. Ahora puedo no recibir llamados con toda la tranquilidad del mundo. Igual, me hice un café y me puse a escuchar a ver si había mensajes, por las dudas. Y había. Algunos de mi tía, enojada porque nunca me encontraba. Otros de Telecom diciendo que pague. Muchos mensajes de un número de teléfono que desconozco pero sospecho. Un mensaje de Federico, si alguien sabe quién es tenga el gesto de avisarme. Y un mensaje de Julián. Julián no me llamó a mí, la llamó a Gloria. Hay que llamarse Gloria, eh.  Ésto decía él: “Hola Gloria, soy Julián, vi como tres llamados tuyos, no estaba con ganas de hablar, es un momento de mierda, qué sé yo, no sé que decir, que no me olvido y ya hablaremos. Chau.”
Pobre Gloria. Sentí una inmediata y penosa identificación con ella. Tres llamados. Yo pudiera haber llegado al cuarto o quinto. Gloria se midió. Y el destino la traicionó. O Julián es un boludo que marcó mal el teléfono. Capaz no sea un boludo, capaz fue un fallido. Pasan esas cosas. A los dos días de haberme separado de Matías me llega un mensaje de él preguntándome dónde era la fiesta. Qué fiesta, Matías? Te equivocaste de número, boludo. Hay que ser boludo. 
El punto es que yo tenía un desencuentro en mis manos. No dudé. Lo llamé a Julián. No estaba. Me puse medio loca por no encontrarlo, me sentí Gloria. Pensé, lo llamó dos veces más? Hasta tres es aceptable.  Digo, si se banca tres llamados de Gloria se puede bancar tres llamados míos, que ni me conoce. Y todavía no le di motivos para odiarme o quererme lejos. Llamo dos veces más y nada. Pero Julián tiene contestador. Mucho mejor, le dejo un mensaje. Tengo que decirle algo. Tengo que unirlos, o al menos, hacer algo por Gloria. ¿Qué decirle a un contestador? ¿Vivirá solo Julián? ¿Habrá llamado de su casa? ¿Del trabajo? Muchas  dudas. ¿Cómo llegar al corazón de Julián?
El motivo del mensaje iba a ser doble. Por un lado, avisarle que el mensaje lo recibí yo y no Gloria. Y por el otro, decirle que la llame nuevamente, y que la llame ya. Porque ella está esperando y esperar es muy feo. 
Entonces me acordé de una entrevista que le hace un español a Borges. Yo la vi por youtube hace un tiempo. Así que la rastreé por el historial y me dispuse a verla. Me hice otro café ya que estaba. Mi idea era volver a la cama, la idea original. Pero ya no creía. Era un deber para con Gloria resolver esto y la cafeína estaba surtiendo efecto.
Finalmente, y después de varias distracciones, encuentro el fragmento que buscaba. Me encanta escuchar a cierta gente hablar, hablar de la vida, de lo humano. Borges dice lo siguiente: “La amistad no necesita frecuencia, el amor sí. Pero la amistad, y sobre todo la amistad de hermanos, no. Puede prescindir de la frecuencia. En cambio el amor, no. El amor está lleno de ansiedades, de dudas, un día de ausencia puede ser terrible. " Lo dice tan lindo, además. Con ese tono de voz tan apacible... Yo debería hablar así. Con menos histrionismo. 
En fin. El plan era el siguiente: Anotarme en un papel el mensaje para Julián, llamar, dejar el mensaje. Hice varios borradores, hasta que me decidí por uno. Por contenido y duración: “Hola, este es un mensaje para Julián, me dejaste un mensaje en el contestador a mí creyendo que era el de Gloria. O sea, ella no lo recibió. Ojalá ya hayan hablado, y si no,  llamala, porque como dice Borges, un día de ausencia en el amor puede ser terrible.”
Pero lo llamo y el hijo de puta me atiende. La concha de la lora. Con estos tipos no se puede prever nada. La puta madre. Ya no sé si Julián sea el mejor hombre para Gloria. Capaz Gloria necesite otra clase de persona a su lado. Una persona que marque bien su número, por ejemplo. Seguro que Julián no es cirujano. Creo que las mujeres como Gloria necesitan estar con un cirujano. Digo, no todas con el mismo cirujano. Sino que por cada mujer como Gloria debería haber un cirujano que las ame. Son más prácticos.
Corté. No estaba preparada para afrontar esa conversación. Y pensé, si llamo simultáneamente de mi teléfono y del celular, en alguno de ellos dos me va a atender directamente el contestador. El plan, ahora, era el siguiente: marcar primero del celular y marcar, con dos segundos de diferencia, desde mi teléfono de línea así desde ése le dejaba el mensaje que ya tenía redactado.
No sé bien qué fue lo que falló, pero terminé dejándole el mensaje no al contestador, sino a él, a su persona . Cuando me di cuenta de la estupidez que estaba cometiendo decidí no perder la concentración en el texto. Se lo leí a Julián, medio apurada pero tratando de imitar el tono de Borges. Julián no me interrumpió en ningún momento. Corté y volví a la cama.
Y me quedé dando vueltas en torno a otra cosa que menciona Borges en esa entrevista. Él cita una frase de Emily Dickinson, que dice algo así como que publicar no es parte esencial del destino de un escritor. Qué triste es esa frase. Seguro la idea de ella era el consuelo, pero el consuelo siempre aparece después de lo penoso. Capaz Julián no sea parte esencial del destino de Gloria. O viceversa. Y capaz el amor no sea parte esencial de mi destino a pesar de ser una romántica.

Por Maite Pil. 

10 comentarios:

  1. El amor no es para cualquiera, de lo contrario no seria tan buscado.
    Me pasas el video?

    Alto post.

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    1. Gracias!
      Ésta es la entrevista: http://www.youtube.com/watch?v=o8Wo4Hd4RZ8&feature=related
      Saludos, Maite Pil.

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  2. Me copo este post!!!!!!! lo adore mal. Voy a ver la entrevista que dejas y sigo chusmenado el blog.
    Te sigo desde YA!
    Besos. Lau

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  3. Qué buena historia! y qué cierto lo de Borges! la marea del amor es muy cambiante, un hora de ausencia ya es terrible

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  4. Un placer, como siempre, leer este blog.Y esta vez agrego que también me hizo reír!! Saludos!

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  5. todo un hallazgo en medio del tsunami blogueril

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  6. Te descubrí. Me gustó mucho el texto, ponete contenta, si es que esas cosas te ponen contenta. A mí sí. Hay que ver cuánto me dura, pero eso es otra historia. Con haber colaborado cinco minutos en tu contentamiento me quedo contento y empatamos.

    ta luego

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