domingo, 23 de septiembre de 2018

Bésame mucho, poquito, nada.






Por Maite Pil.




Pienso en los besos. Recordé que en mis épocas de adolescente terminaba con los labios en compota de tanto besarme, la cara raspada y alguna que otra paspadura. Una vez que se incorpora el acto sexual, en los encuentros con el otro, la cosa cambia. Los besos y todo ese ritual de franeleo calentón va desapareciendo, o se va acortando.
Ni hablar de lo que pasa cuando ya tenés una pareja con la que convivís. El beso empieza a desaparecer del sexo también. Se da una mezcla entre que ya no se lo necesita tanto, porque el código pasa por otro lado, pero también cierto componente de rechazo. Es como si de alguna manera aquella huella del beso como pasión quedara incorporada y no mereciera ser traicionada. Los besos pasan a ser un simple saludo, un piquito terrorífico y helado.

Hace algunos años, una amiga mía vivía con su pareja, y cada vez que yo iba de visita presenciaba el mismo tipo de situaciones. Él le decía, por ejemplo, voy acá a un par de cuadras y vuelvo, y se acercaba a ella y le daba un beso. A mi no me saludaba. Y cuando llegaba iba hacia ella y le daba otro beso. Y yo pensaba pero por dios qué pesado! Cuántas veces va a saludarla este pibe por día. Después entendí que ya estaban entrando en la etapa que mencioné antes; él tenía pánico de perder los besos en la pareja. Es más, ahora sospecho que probablemente se quedara abajo haciendo tiempo y fuese todo una maniobra para poder besarla.

Lo típico que se pregunta cuando una relación viene en picada es ¿hace cuánto que no cogen? Y yo creo que esa pregunta merece ser suplantada por ¿hace cuánto que no se besan? Son los besos, a mi entender, y no el sexo- que incluso puede ser muy placentero aún cuando estés durmiendo con el enemigo- el indicador óptimo para evaluar el vínculo amoroso.  

Hay una canción de Los Caballeros de la Quema que dice "no hay besos campeones en un primer round". No coincido para nada. El beso es o no es. Funciona entre dos o no funciona. No hay mucho margen para trabajarlo y mejorarlo. Tal vez quiso decir que no hay encuentro sexual campeón en un primer round, eso sí puede ser. Pero claro, no pegaba mucho la frase con la estrofa.

Ayer le pregunté a una amiga, O., cómo le había ido con el señor que se había visto, y me empieza a contar más o menos el encuentro hasta que me dice pero no me coparon mucho los besos, viste. Ya está, no se diga más, el flaco no le movió un pelo.

Yo tengo un tema con los besos, sobre todo los besos como saludo, lo reconozco. En ese tipo de vínculos que no son ni chicha ni limonada pueden ser un problemón. Que te encontrás y te saludás con un beso en el cachete y te despedís con un beso en la boca. Ok, la primera vez está bien, pero y la segunda y la tercera y la cuarta... Qué fiaca y qué stress. Ni hablar si en el medio se cuela un encuentro público con gente conocida en común. Yo he explotado más de una bomba en esas situaciones. Preferiría ser como los yankees que casi no se besan al saludarse. Se dicen hola y listo.
La otra vez hablando con M., que iba a encontrarse con un flaco por segunda vez, le pregunté ¿y cómo lo vas a saludar? Y no entendía de qué le hablaba ¿Cómo pelotuda cómo lo voy a saludar?, me decía. Sí, si lo vas a saludar con un beso en el cachete o un beso en la boca, le insistía yo. Ah, pero vos te hacés problema por todo, me replicaba. Hasta que cayó en la cuenta de que lo que le estaba haciendo era una pregunta súper válida. Ella iba siempre a la boca porque nunca se lo había cuestionado.
Al final, ese encuentro se frustró, pero de haberse concretado, estoy segura de que lo habría saludado con un beso en el cachete.

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