Por Maite Pil.
De pronto se me vino una lluvia de recuerdos, un aluvión de gracias recibidos. De gracias insólitos, horribles, cobardes, idiotas. ¿Hay algo más violento que transformar en un favor aquello que no lo es?
Tal vez no sólo de favores se trate. Ese ser agradecido, educado, es también una forma de trazar la línea que separa la acción, el deseo, del recibimiento.
Pero no amamos, claro que en este punto no tomo el amar de forma literal. Casi nunca hablo de amor, creo que cuando hay amor no hay demasiado para decir. Me importa el amor en tanto falta, pensar qué lo rodea, cómo se lo anticipa.
Mi amiga M. me contaba hace un tiempo que había estado con un hombre al que, en primera instancia, le pidió que no pasara nada porque se estaba viendo con alguien más, pero al calor de los besos, ella cambió de opinión ¡Y él no! Quién carajo se piensa que es para respetarme de esa manera ¡Por respeto me decía! Pero dejame de joder. Lamento profundamente no haberle prestado más atención a esto, nos hubiésemos ahorrado descubrir lo que descubrimos por vías más grotescas. Su intento por permanecer visto como un tipo correcto lo llevó a las más impensadas incorrecciones. Hacía lo que debía, pero de deseo, ni hablar.
Supongo que cuando suceden este tipo de cosas, estos desencuentros de deseo, las broncas son inevitables. Al menos, como estado transitorio. No conozco una sola persona que me haya dicho no me quiere ver más, pero me lo dijo en re buenos términos, qué bueno/a que es. No existe eso. El rechazo es siempre doloroso. Claro que con esto no estoy diciendo que las diferentes formas de comunicarlo den lo mismo. Pero a fin de cuentas, reemplazar lo que no sentimos por buenos modales, no es la solución. No hay solución, de hecho. Buscarla, probablemente, sea una utopía culposa.
Creo que las mujeres, en este punto, y tal vez desde un lugar intuitivo, sabemos mejor que los hombres que la incomodidad es inevitable. Hace tiempo vengo pensando que hemos transformado esto - el estar incómodas- en una forma ventajosa de habitar ciertos vínculos.
You can´t snort a line of coke off a woman´s ass and not wonder about her hopes and dreams, it´s not gentlemanly, dice el protagonista de la serie "Californication" en uno de sus capítulos.
You can´t snort a line of coke off a woman´s ass and not wonder about her hopes and dreams, it´s not gentlemanly, dice el protagonista de la serie "Californication" en uno de sus capítulos.
De alguna manera esta frase ilustra cómo pensar en un intercambio justo en relación al encuentro con un otro es un poco absurdo: Un culo a cambio de escucha -una escucha programada y artificial-.
Confundir simetría con reciprocidad o, mejor dicho, buscar la simetría allí donde lo recíproco no existe, sea, tal vez, el peor error evitable a cometer.
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