Por Flor Bea
Anoche me
deleité más de tres horas mirando Don Giovanni, la ópera con libreto de Lorenzo
da Ponte y música de Mozart, dirigida por Peter Sellars.
Es un canto
al amor y a la traición. Don Giovanni es un cretino que traiciona a cuanta
mujer se le cruza por el camino. Elvira, su enamorada, sufre incansablemente
por él, y aunque sabe perfectamente que es un negro desagradable al que tendría
que mandar al carajo y más allá, ella reincide y cae en sus garras una y otra
vez. ¿Qué tendrá el morocho que todas caen ahí como tontas?
Al comienzo
del primer acto, Leporello, el criado de Don Giovanni, debe calmar a Elvira del
ataque de nervios que tiene al sentirse traicionada por el bastardo de
Giovanni, como ella misma lo llama. Es parte del trabajo de Leporello tranquilizar
a todas las mujeres destrozadas por su amo. A Elvira la consuela diciéndole que
se olvide de él, que ella no ha sido ni la primera ni la última a la qué él
cagó descaradamente, y entonces le canta el listado de mujeres con las que
estuvo su amo, un listado, por cierto, muy prolijo: están agrupadas por
nacionalidad, porque así es más fácil contabilizarlas: 640 italianas, 231
alemanas, 100 francesas, 91 turcas, más las españolas… son casi 1100… ¡Vaya
consuelo!
¿Por qué
sufre Elvira; qué le ha hecho Giovanni?
“Hiciste que
te amara, me dijiste que te casarías conmigo y a los tres días dejaste la
ciudad… Me dejaste en ruinas”.
La perla del
primer acto: Zerlina, otra mujer de la que Giovanni pretende apropiarse pero
que ya tiene su prometido, el enorme Masetto, se está reconciliando con él,
aunque no es tarea fácil porque Masetto se siente amenazado por Giovanni. No es
para menos: Giovanni la agarra por atrás contra una pared y le recita a la
ingenua Zerlina:
“Soy todo
amor, voy a hacerte feliz”.
Pero Zerlina
no parece contenta, entonces el propio Giovanni se la entrega a Masetto.
Zerlina le recita a su amado las palabras de amor más dulces, por ser también
simples:
“Paz, mi
amor. Tú eres mi vida. Vamos a pasar los días y las noches de nuestras vidas
con satisfacción y felicidad”.
¿Quién
pudiera hacer una declaración de amor tan bella y concreta a pesar de tener a
Giovanni por ahí hinchando las pelotas, no?
Y de a poco,
todos los personajes van apareciendo en escena y se desata una espacie de
saqueo al mejor estilo diciembre de 2001 en Argentina.
“Chocolat. Whatch out, Zerlina! Ice cream,
candy… a sweet beginning”.
Y un canto a
favor de la libertad, y un Giovanni sacándose la ropa…
Bueno, se
llevó todos mis aplausos.
El segundo
acto, reconozco, me encontró agotada. Too much. Una de las mejores cosas que vi
en DVD en el último año, sin dudas.
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