sábado, 17 de diciembre de 2011

Mi vecina la asesina.

Por Maite Pil. 




En el departamento de al lado vive un chico, soltero, con una gata. Me mira con ternura, con cariño. El día que agarré la agenda (porque era lo que tenía más cerca, no porque ella encerrara un simbolismo) y la revoleé al grito de "esto no es amor", lo hice contra la pared que separa nuestras casas. Me debe haber escuchado, le debo generar una lástima medio simpática.
Yo ya no puedo identificarme con una flor o querer volverme fenómeno de la naturaleza para poder estar cerca de un hombre. El desamor me da ganas de salir a matar, no de ser rosa o clavel. O viento huracanado que entra por una ventana y observa al amante dormir y lo destapa. Y no sé para qué me serviría un pensamiento romántico y su posterior catarsis hecha poesía, o poema, o algún otro género del estilo que no sé muy bien por qué pero que se diferencia de otro muy parecido.
Analizarme el doble de años que Woody Allen es siempre una opción. Claro que tendría que renunciar al sueño de la casa propia. El problema es que después uno tiene que salir a un mundo lleno de gente de carne y hueso que no se analizó nunca y que tiene el inconsciente del tamaño de un tanque de guerra.
Hace unas semanas entré a un grupo de psicodrama. Cada vez que hablando de Él suelto la frase “Lo mato” el director me la hace representar. Entonces tengo que armar la escena del asesinato, elegir el arma, el lugar, describir la ropa que llevamos puesta. Representar ese diálogo que me lleva a la locura. A veces en la escena incluyo a otra mujer. Una rubia de pelo largo,  con los dientes perfectos, que habla cual maestra jardinera y usa plataformas y vestido vintage. Y así es que los mato a los dos. A ella la odio incluso más. Ella sabe algo que yo no sé. Ella sabe conquistarlo.
Después salgo del escenario y vuelvo al grupo ya llorando en el trayecto. Deben ser cuatro pasos. Esto de ponerme a llorar en público me tiene bastante agotada. Pero no lo puedo evitar. Me miro el jean, las zapatillas, me da vergüenza levantar la vista, me siento un varón. La última vez les conté de mi vecino y esta fantasía que tengo de que me quiere más que Él. Y que seguramente le parezca linda. Me imagino que es un hombre que podría decirme que soy hermosa mientras hacemos el amor.  Como un susurro tímido a la altura del cuello, al principio. Hasta que llegara una mañana en la que me pediría que me quedase todo el día  porque me ama. Creo que a mi vecino no le da lo mismo viajar solo en el ascensor que viajar conmigo…
Después de esa sesión me fui directo a casa, caminando, serán unas veinte cuadras. Y las recuerdo como si las hubiese volado. Nunca salgo con los pies en la tierra.
Pero llegué. En el monitor de la compu tengo pegado un post-it que dice con marcador grueso y en una cursiva espantosa: Pase lo que pase…No hagas nada!
Lo escribí hace un tiempo ya y nunca le hice caso. Salvo por esas miles de preguntas que le hice a Él y esas miles de veces en que me aseguré de que nunca me las respondiera. 

10 comentarios:

  1. Sos maravillosa, Maite. Yo no podría haberlo contado mejor, aunque es lo mismo. Y si Él no se da cuenta de tu maravillositud, es porque es un boludo. Y ya. Como todos, bah.

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  2. Las referencias al mundo real siempre evidencian lo psicopatológico de individuos atrapados en un mundo en decadencia.

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  3. "El desamor me da ganas de salir a matar, no de ser rosa o clavel."
    Cómo nos mintieron toda nuestra vida, eh!
    Eso de ser abnegada, aun con el corazón roto. Juntando las partes en la humillación. Yo creo que la dignidad pasa por no bancarse situaciones de dolor que no nos pertenecen.
    Yo siento que la ruptura, en el desamor, es una profesía autocumplida, un mejor final.
    Y llorar, llorar está bien. Llorar nos lava. Creo que implica comunicar netamente desde lo emocional, cuando nos tuvimos que meter la intelectualidad y los anteojos marco de pasta, en el culo.
    Ni Derrida, ni Gramsci, ni Sartre, ni Adorno, ni nadie puede darnos la capacidad que nos falta para tomar decisiones sanas. Sanidad que nos podría llevar al bienestar. No con los otros, sino con una misma.

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  4. Yo me dí cuenta, un día, que el costo de mi fácil adaptación social, de ser el alma de las fiestas, de ser la amiga más querida, la novia más amada, era justamente no ser yo misma, sino lo que los demás esperaban que yo sea. Y un día los mandé a todos a la mierda.
    Y sólo quedan los que me quisieron más allá de la pantomima, más allá de mi rol de mina independiente, promiscua y superada. Que siempre supieron lo que yo era, supieron leerme el fondo de la borra de mi vida.
    Y cuando por fin me dí cuenta, de que mis discursos a veces eran como "pines" prendidos de una camisa de empleado de Mc Donalds, me dijeron "Bienvenida, te estábamos esperando".
    No se si bienestar, pero claridad, seguro.
    Brillante, como siempre, Maite. Cuando creo que ya no vas a poder sorprenderme con las letras, lo hacés. Y en paralelo me hacés feliz.

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  5. Decis que tu inconciente no es del tamaño de un tanque de guerra? quiero argumentos jajajaja. Me gustó, el desamor es el anterior paso al amor :)

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  6. este blog me rompe el corazón! es hermoso!!

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  7. eC-celente.
    La paradoja, por supuesto, es que el sí, en efecto te salió "un pensamiento romántico y su posterior catarsis hecha poesía, o poema, o algún otro género del estilo", y del bueno.
    GENIAL lo de la representación detallada de la escena del crimen, me dio ganas de hacer psicodrama, jajaja

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  8. .... yo, justo arriba de la pantalla de mi compu, tengo pegado un cartel en horrible imprenta que dice "N.B.V.N.D.H.A.U.H.E.C.D.T.M." (medio largo el cartel, pero era más corto que poner "Nada Bueno Vino Nunca De Hacer A Un Hombre El Centro De Tu Mundo")
    Por supuesto que tampoco le hago caso :)

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  9. Gracias a todas por escribirme!

    ...Y tal vez el sentido de las frases no sea cumplirlas al pie de la letra sino hacerlas letra.

    Besos y feliz 2012 a todas!!

    Maite Pil

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  10. Me gustan tus escritos. Y es el genial el "Pase lo que pase…No hagas nada!" Voy a implementarlo.
    Saludos!
    Péndo.

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