Por Flor Bea
Los feriados lluviosos nos piden a gritos mirar buenas películas de amor; ¡pero buenas! No comedias románticas tipo “Mi novia Polly” (eso es preferible evitarlo o, de ultima, mirarlo un domingo a la noche cuando se quieren ver cosas obvias y predecibles que no nos hagan pensar ni un poquito y sentir casi nada; cuando mirar el dormitorio que nos hará pasar esa noche solos ya nos resulte inosoportable y prefiramos mirar bobadas…) Estaba hablando, entonces, de buenas películas románticas; estaba hablando precisamente de la película estadounidense “Blue Valentine”, dirigida y escrita (junto con otros colaboradores) por Derek Cianfrance (mujeres: pueden buscar su foto en IMDb y babearse un rato). Pero para más babas, sólo basta con rastrear en la misma página las fotos del protagonista de la película que nos ocupa: las de Ryan Gosling (Oh, God!).
Ok, vayamos a lo importante: a “Blue Valentine”. Es una historia de amor, como la traducción española se empeñó en hacérnoslo saber poniéndolo como aposición: cuando la película se anunció en el BAFICI, fue como “Blue Valentine, una historia de amor”; gracias, si no me lo aclaraban, no me daba cuenta.
“Blue Valentine” es la historia de amor entre Cindy (Michelle Williams) y Dean (Ryan Gosling). Están casados y tienen una hija de cinco o seis años, prácticamente los mismos años que ellos llevan casados. La vida de Dean parece estar entregada a estas dos mujeres que ama, y por fuera de eso, en su universo individual, en lo que concierne a sus realizaciones personales, es como si no hubiera nada. Ni siquiera puede hablar sensatamente de esto cuando su esposa se lo plantea: él es el marido de Cindy y el padre de esa adorable niña, con este argumento justifica su rol en la familia y su existencia en la vida; esa es su razón de ser y lo que lo hace feliz, él no puede ver las demás vueltas que tiene el asunto. La carencia de este personaje y su aparente imposibilidad de remediarla desatarán una verdadera crisis de pareja.
El film está narrado alterando el sentido del tiempo dramático: se interrumpe el presente por medio del recurso del flashback, los que nos llevan a aquella etapa de noviazgo entre Cindy y Dean, cuando aún todo era música y la vida resplandecía ante ellos. Los manejos de la luz son impecables en sus contrastes. Los flashbacks nos van a encandilar en todo sentido, mientras que las escenas que narran los episodios del presente de la historia (de amor) nos pondrán la pantalla oscura, oscura. Estos recursos elegidos para narrar el film ayudan a que el espectador experimente las emociones que experimentan los personajes en cada momento, porque el contraste, que por definición es “oposición, contraposición o diferencia notable”, hace que no podamos distraernos e ignorar lo que se va haciendo evidente: que el amor de ellos se está apagando con el transcurrir del tiempo, y eso ¡vaya si da pena! That hurts.
El final de la película les dirá cómo termina todo esto, yo no.