jueves, 6 de enero de 2011

11 preguntas para ensayar en el colectivo antes de llegar…






"Con gusto habría cambiado al psicólogo por Juana, si no lo hubiera cambiado, un mes atrás, por cigarrillos y comida".
Mario Levrero, Dejen todo en mis manos.


Por Flor Bea


¿Por qué será que después de una semana de mierda, en la que él demostró su cuota de cretinaje, en la que vos te comportaste como un personaje de Woody Allen eligiendo mesa para sentarse en un restaurante, llega el día de tu sesión de análisis y no sabés de qué carajo hablar? Tal vez porque el canalla pasó a ser el innombrable… Pero, ¡vamos!, no nos engañemos, pagás un poco más de 500 pesos por mes a tu psicólogo; lo único innombrable es el precio. Entonces, quizá sea porque te tenés que hacer cargo de haberle sostenido la vela a… ¡No!, sostenido la vela las pelotas: anoche lo mandaste bien a la mierda cuando, habiendo quedado que te llamaba tipo nueve para cenar, te llamó a las doce para decirte que recién llegaba a su casa después de cenar con su ex porque, pobrecita, ella necesitaba saber que seguían siendo amigos… Sí, pobrecita. Encima, no te llamó desde la casa, no había llegado una mierda, te llamó desde el auto, ¿o se cree que sos pelotuda? Y seguro que ella estaba en el asiento del acompañante, o sea, ¡en tu asiento! Por eso lo mandaste a la mierda y le dijiste que no le querías volver a ver la cara en tu re puta vida, a pesar de que él dijo, susurrando tímidamente (¿porque estaba ella al lado?): “Te amo”. O capaz oíste mal y era “te llamo”, con intenciones de ser “más tarde te llamo”. Como sea que haya sido, ya fue, no querés hablar de eso. Está bien, a veces no querés hablar, ni cuando pagás para eso, ni siquiera con a quien le pagás para que te escuche.
En esos casos, podés replantearte si no será mejor invertir ese dinero en comida y cigarrillos (en una de esas, te calman mejor la angustia oral) o buscar el modo de sacarle el mayor jugo posible a la sesión sin nombrar al quetejedi: hacerle preguntas vos a tu terapeuta a ver si, de una vez por todas, te sacás esas dudas que no tienen que ver con él ni con nadie, no; esas que son sólo tuyas, íntimas; tu vida, vos, lo que realmente debería preocuparte. Cinco pares más uno de preguntas que desde que empezaste terapia (hace más o menos siete años) te dan vueltas por la cabeza. Son 11 preguntas que deberías ir ensayando en el colectivo antes de llegar a la sesión de análisis. Pero, ¡ojo!, no te hagas más trampas, pensalas considerando lo que tu analista te va a ir respondiendo. ¡Si ya lo conocés!... si no, es como planear tres horas un llamado telefónico en el que sólo querés preguntar “¿hacemos algo esta noche?”.
Acá van:

1) ¿Quién soy?
2) No, ya sé, pero... ¿estoy parada donde quería pararme?
3) Sin embargo… ¿cómo hago para no sentirme vulnerable hoy?
4) No sé, es que... se me hizo un blanco... ¿qué era lo que tenía que resolver?
5) Es que… no sé cómo explicarlo: ¿por qué hoy pienso que si ayer hacía las cosas de cualquier otro modo, hubieran resultado mejor?
6) No, va más allá de un hecho puntual, yo sólo quiero saber: ¿estoy muy loca?
7) ¿Usted está insinuando que yo me boicoteo mis elecciones?
8) No entiendo su pregunta, ahora no puedo decirle ni qué deseo, ¿por qué es eso?
9) Hagámosla corta: ¿vale la pena jugarse algo a esta altura?
10) ¿¡Que yo me paso la vida huyendo!?
11) ¿No tendrá algún sobreturno para vernos antes del jueves próximo?












3 comentarios:

  1. No puedo deade mí celular saber quien lo escribio pero sepan me pareció muy muy bueno me mori de risa???bueno algo asi

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  2. increíble! sera que todos los que vamos al psicólogo nos boicoteamos?

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