domingo, 5 de mayo de 2019

Desgraciada







Por Maite Pil. 

Hace varios años atrás me fui de vacaciones, con un novio que tenía, a una playa muy exclusiva de Uruguay. Él era de zona norte y el ambiente le resultaba absolutamente familiar. A mí no, todo me parecía bastante plastificado; y el contraste con la naturaleza no podía más que exacerbarlo. Una tarde, a la hora de los tragos, mi momento favorito, fuimos a un bar de playa precioso. Mientras yo saboreaba un aperitivo vital, él se tomaba, probablemente, una gaseosa.  En un momento se sienta, en una de las mesas libres, una familia digna de revista: un hombre con cara de millonario y cuerpo de deportista,  una cuarentona con cuerpo de quinceañera, una quinceañera con cuerpo de mujer y una hija menor con evidentes problemas madurativos (problemas que, en verdad, los tenían todos los integrantes). No tuve mejor idea que decirle- a mi entonces novio-: pobres, la hija menor les cagó la familia perfecta
Él creyó que me estaba burlando de la piba, pero para nada, de hecho era con la única que me podía identificar. Mi ex se paró y se fue. El viaje continuó pero nada volvió a ser o mismo. Él seguía horrorizado y yo me sentía cada vez menos comprendida. Tener que defenderse de un chiste ante una pareja es una de las cosas más aburridas y solitarias del mundo. 
Tonto sería de mi parte evadir la culpabilidad de mis dichos. Yo no quería provocar- ni mucho menos ofender- a nadie más que a él. A veces hacerse odiar es una linda forma de evitar que el partenaire se conforme con una Sprite. Pero me salió mal. 

A veces me pregunto qué hace que dos personas puedan construir una intimidad que se les sea propia. Que no haya censuras en un chiste, una confesión e, incluso, en cierta miseria. 
¿Es la intimidad el camino para construir una pareja? ¿O será la pareja el camino para construir la intimidad? Que no son lo mismo, y que pueden tomar carriles separados, doy fe.  

En el escrito anterior les hablé del pensamiento y de la pasión. Y allí me preguntaba qué es el amor, qué lugar ocupa, qué rol juega, en función de esas dos cuestiones.  Hoy me pregunto qué es una pareja, qué hace que algunos logren consumarla y otros no. A veces no falta nada para que suceda y no sucede.  A veces falta algo, y se consuma igual.  

Hace poco me preguntaron por qué quería formar una pareja si podíamos ser amantes. Pero es que el amante siempre deja una silla vacía. Nunca falta la ocasión en que te gustaría que se siente al lado. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario