sábado, 14 de enero de 2012

El futuro

Por Flor Bea

Les recomiendo que no se pierdan esta tarde, en el Cineclub MonAmour (sala San Telmo), la última película de la polifacética artista (qué envidia!) Miranda July: “El futuro”.

Yo no tuve la suerte de ser tan genial como Miranda, pero sí de haber ido anoche a la sala del cineclub a verla. La primera escena son las patas delanteras de un gato (una de ellas herida) y la voz en off de él (que, aprovecho para decir, esa voz es la de la propia Miranda, quien además es la actriz, la directora y la guionista de la película): sí, en esta película, un gato habla, y la luna también habla.

No les voy a contar mucho, sólo quiero resaltar algunas cosas (porque yo me volví a mi casa pensando; no sé cómo saldrá cada uno de ustedes): en primer lugar, está bueno entender que estamos hablando de una directora estadounidense indie, cuya ópera prima es “Me and you and everyone we know”, y seguro que muchos de ustedes ya la vieron. En segundo lugar, que esta peli, “El futuro”, podría decirse que es una peli de amor (y si yo no creyera que algo de eso es, no escribiría sobre ella en este blog); sin embargo, la directora parodia la comedia romántica y el cliché de las escenas de amor en el cine para mostrarnos una emoción mucho más seca.

Por momentos es una comedia, no puedo negar que me reí, pero al tiempo se me confrontó esa emoción con una angustia y una pena: la del paso del tiempo y la caída del amor. En la pareja protagonista, de treinta cinco años de edad cada uno, hay un vacío no sólo en relación con el otro, sino también en sí mismos (esto se denota en parte con el patetismo laboral por el que atraviesa cada uno); pero, por sobre todo, ese vacío es el precipicio que el futuro es.

¿Qué pasaría si nos quedara un mes de vida (juntos)?, ¿qué haríamos?, ¿qué sabemos hacer con o sin el otro (amor, con quien convivimos o compartimos nuestra vida)?, ¿qué papel juegan el azar y el destino?, ¿cuál es el motor de búsqueda cuando se abren las sábanas de la propia cama para que entre otro?... ¡¿Dónde queda lo cotidiano, que es aburrimiento pero también es construcción en retrospectiva, y podría (¿podría?) ser algo a futuro, y es tu vida?!

Una película estupenda, donde lo onírico irrumpe lo cotidiano y lo ridículo duda de si hacernos reír o llorar, con un final abierto que me hizo andar cabeza gacha por las calles de San Telmo pensando… pensando… al fin de cuentas (¿cuántos?)… qué es conjugar el verbo amar en pasado, presente o… Futuro.

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