domingo, 29 de enero de 2012

Película que me retumba, resuena

Por Flor Bea

“Había muchas otras emociones que no eran amor
pero se hacían pasar por amor”.
Los enamorados, Alfred Hayes

El pasado viernes 27 por la noche volví al Cineclub MonAmour para salir un poco pero sentirme como en casa al tiempo. Por supuesto había elegido una película de amor para ver: “Bellflower” (Evan Glodell). Esa noche, me encontré, de hecho, con una película de amor. Sin embargo, la ópera prima de este director tiene algo que hace que a la hora de escribir esto me replantee el género de la película y si la palabra “amor” cabe en algún lugar, en alguna escena, en algún personaje.
Por un lado, lo apocalíptico está latente durante todo el film (que, dicho sea de paso, fue realizado con tan sólo 17.000 dólares). Por otro lado, la violencia y la tragedia impactan en escenas que te sacuden por dentro o por fuera. Pero volviendo al amor, encuentro primero la conquista (en un bar, entre cervezas), luego la primera cita (con regalos de ambas partes y todo), después el disfrute (la sonrisa, la carreta, el viento que se deja atrás y se toca a través de la ventanilla abierta) y por último, la debacle: los celos, las peleas, las rupturas, la anticipación al hecho de que aquello no funcionará porque uno de ellos dañará al otro. Pero peor y por sobre todo: la terrible autodestrucción en la que lo destruido es el alma, el cuerpo y la mente. Entonces, la soledad en el amor pero la compañía del mejor amigo, colega en el proyecto de vida que parece mantener a estos personajes vivos y que no es otro que irse, partir.
A mí me resultó terriblemente amarga, devastadora y esa noche no quise hablar más. Ni siquiera pude comprarme un helado en la heladería de enfrente del cine porque no hubiera podido pronunciar de qué tamaño o precio lo quería, ni los gustos.
Esto no es una crítica negativa a la película. Tal vez sea el resultado de ir el viernes al cine a ver una “película de amor” y que hoy sea domingo y… Ah, antes de que me olvide: era función única. Pero vale la pena chequear la programación del lugar para seguir encontrando sorpresas y joyas.

Por último, me gustaría cerrar esto con lo que el cineclub había puesto en su flyer:
“No es ni más ni menos que una historia de amor, que pasa por nuestros ojos como una catarsis espiritual por medio de un estilo visual que prácticamente consigue que arda la pantalla al proyectarse el film, como lo hacen los recuerdos de un pasado que cuando duele no queda más remedio que dejarlo atrás, aunque siga doliendo”.

Yo sigo sin palabras, por eso me permití tantas citas. Sabrán disculpar.

martes, 24 de enero de 2012

Estrellas en el cine

Por Flor Bea

Pero las de verdad, las que están en el cielo, pero en el cielo de verdad. En el cielo azul estrellado de una noche de verano. Simplemente, porque es un ciclo de cine bajo las estrellas. Y esto  sucede desde el jueves pasado en La Libre (Bolívar 646, San Telmo), cuando disfrutamos del groso de Fatih Akin con su película “In July”. No es que el cineclub Dynamo esté de estreno (por el contrario, ya va por su octava temporada) sino que lo que está de estreno es el verano y los cinéfilos al aire libre disfrutando de esta nueva temporada que lleva por título nada más ni nada menos que “Cine y amor”.

“In July” es en algún punto una road movie, ya que sus personajes avanzan por la carretera en busca del amor. En “Al otro lado”, tal vez una de las películas más famosas en la Argentina de este director, ya lo habíamos visto a Fatih mostrándonos ese (su) mundo dividido entre Alemania y Turquía. En “In July”, los personajes están entre Hamburgo y Estambul como quien está entre dos amores (sin ánimos de parafrasear aquella película noventosa con Richard Gere) pero transitando lo del medio también. Los elementos mágicos, los componentes del azar y de la casualidad, los signos (visuales y lingüísticos) hacen de la peli que vimos bajo las estrellas, el jueves pasado, una verdadera obra de arte que da ganas de viajar, pero sobre todo, de amar.

Este jueves 26 de enero a las 21 horas vamos a ver una francesa: “Les amants”, que sin adelantar demasiado, podemos de antemano decir que los hechos fortuitos son una constante en relación con la de la semana pasada.

Nos vemos, entonces, el jueves para ver a los amantes bajo las estrellas. Es jueves, no domingo… Ojalá no vayamos todos solos.

sábado, 14 de enero de 2012

El futuro

Por Flor Bea

Les recomiendo que no se pierdan esta tarde, en el Cineclub MonAmour (sala San Telmo), la última película de la polifacética artista (qué envidia!) Miranda July: “El futuro”.

Yo no tuve la suerte de ser tan genial como Miranda, pero sí de haber ido anoche a la sala del cineclub a verla. La primera escena son las patas delanteras de un gato (una de ellas herida) y la voz en off de él (que, aprovecho para decir, esa voz es la de la propia Miranda, quien además es la actriz, la directora y la guionista de la película): sí, en esta película, un gato habla, y la luna también habla.

No les voy a contar mucho, sólo quiero resaltar algunas cosas (porque yo me volví a mi casa pensando; no sé cómo saldrá cada uno de ustedes): en primer lugar, está bueno entender que estamos hablando de una directora estadounidense indie, cuya ópera prima es “Me and you and everyone we know”, y seguro que muchos de ustedes ya la vieron. En segundo lugar, que esta peli, “El futuro”, podría decirse que es una peli de amor (y si yo no creyera que algo de eso es, no escribiría sobre ella en este blog); sin embargo, la directora parodia la comedia romántica y el cliché de las escenas de amor en el cine para mostrarnos una emoción mucho más seca.

Por momentos es una comedia, no puedo negar que me reí, pero al tiempo se me confrontó esa emoción con una angustia y una pena: la del paso del tiempo y la caída del amor. En la pareja protagonista, de treinta cinco años de edad cada uno, hay un vacío no sólo en relación con el otro, sino también en sí mismos (esto se denota en parte con el patetismo laboral por el que atraviesa cada uno); pero, por sobre todo, ese vacío es el precipicio que el futuro es.

¿Qué pasaría si nos quedara un mes de vida (juntos)?, ¿qué haríamos?, ¿qué sabemos hacer con o sin el otro (amor, con quien convivimos o compartimos nuestra vida)?, ¿qué papel juegan el azar y el destino?, ¿cuál es el motor de búsqueda cuando se abren las sábanas de la propia cama para que entre otro?... ¡¿Dónde queda lo cotidiano, que es aburrimiento pero también es construcción en retrospectiva, y podría (¿podría?) ser algo a futuro, y es tu vida?!

Una película estupenda, donde lo onírico irrumpe lo cotidiano y lo ridículo duda de si hacernos reír o llorar, con un final abierto que me hizo andar cabeza gacha por las calles de San Telmo pensando… pensando… al fin de cuentas (¿cuántos?)… qué es conjugar el verbo amar en pasado, presente o… Futuro.

martes, 10 de enero de 2012

Vacaciones

Por Flor Bea


“Incluso una mujer débil e imperfecta como yo piensa lo maravilloso que es vivir".

Murakami, Tokio Blues



Es maravilloso el mar revoltoso, e incluso más maravilloso el inalcanzable océano brilloso. Es maravillosa la arena, aun cuando vuela y se incrusta entre las muelas. Son maravillosas las sombrillas y las sombras de tus dientes en la risa.
Es maravillosa la pileta en esta casa de campo y maravilloso el trago amargo de las siete menos cuarto. Es maravillosa la ducha del atardecer cuando la piel ya hierve de darle al sol tanto placer.
Sí. Todo es maravilloso en estas vacaciones excepto que no podemos andar en calzones porque compartimos la habitación con monos de todos los olores. Es maravilloso que seamos tantos así nos conocemos todos y nadie se agarre a ninguno para irnos a dormir al final todos solos.
Pero qué maravilloso venir soltero, porque te das cuenta de que en la soledad está lo más austero.
Y ni hablar de dormir en carpa al lado de una guitarreada tan muerta que la tocan con arpas.
 
Pero eso sí, te voy a decir una cosa: irte de vacaciones con el hombre que te gusta es la cosa más hermosa. Lástima que siempre está ocupado porque las cosas del trabajo no las pudo dejar a un lado. Ah, pero eso sí, cuando se desocupa es pura simpatía: tan canchero, que a la española de la habitación de al lado ya le dice “hola, tía”.
Perdón… ¿en qué momento se conocieron? Me parece que me perdí un episodio, tal vez fue justo cuando fui a comparle el bicarbonato de sodio. Ah sí, porque tiene acidez: ¿se la habrá ocasionado el alcohol o las gringas con las que se la pasa hablando inglés?

En fin, mi mayor deseo en estas vacaciones es cuidarlo, porque en el fondo de mi ser, sólo quiero enamorarlo. Pero cuando cuando estamos en la cocina, todos cocinando, a mí nadie me habla y me voy desarmando.

Y pensar que me habían invitado a Bogotá… ahora que lo vivo, sería mejor estar allá.

Pero es donde yo estoy donde está el hombre que me gusta, y como eso no es una casualidad debería ser cualquier cosa menos angustia.

Sin embargo, hoy lloré toda la tarde y el lunes vuelvo a la oficina. Aun mis verdades riman.

Está decidido: cuando pase el próximo tren, yo me le tiro... ¡encima!