Es domingo y no tengo inspiración

Por Maite Pil

Estamos en el siglo XXI y es muy difícil ser completamente original. Ya se ha escrito sobre casi todo. ¿Para qué seguir diciendo? 

Las cosas se repiten, y seguirá pasando, digo yo.

¿Qué es lo que la palabra nos da? Todos sabemos que nos pueden mentir. Cualquiera sabe hacerlo, es muy fácil: decir lo contrario a la verdad. 

Cuando no hay verdades ¿La cosa cambia?

¿Preguntamos sólo por curiosidad?

¿Preguntamos para interrumpir el silencio del otro?
¿Preguntamos para interrumpir el nuestro?

Preguntar cuando es obvia la respuesta. Preguntar cuando la respuesta es incomprobable.

¿Cuál es la diferencia?

A veces no creemos porque el otro dijo lo que queríamos escuchar.

A veces no creemos porque el otro dijo lo que no queríamos escuchar. 

Hablarme… ¿Para revelarme tu voz?

Hablarme… ¿Para sugerirme tu deseo?

Hablarme… ¿Para contarme un qué?

Hablarme... ¿Para convencerme de un cómo?

Verbalizar y pensar no van de la mano. Pero es imposible ser hablado sin un pensamiento.

Hablame, quiero pensar.

Podemos descreer de muchas cosas.

Podemos desconocer tantas.

Podemos suponer miles.

Pero una vez que la palabra irrumpe, no hay vuelta atrás.

Ni siquiera con otra palabra que la desmienta.

Porque una contradicción no es lo mismo que una afirmación.

Y un arrepentimiento son dos palabras superpuestas con una diferencia de tiempo.

Hablame, quiero pensarte, para poder seguir diciendo.