Por Flor Bea
Extraño sus ojos, su pelo, sus orejas, su boca caramelo cerrado, el lóbulo de su oreja entre mis labios, su cuello perfumado. Extraño sus hombros, su clavícula entre mis dientes, su piel maní tostado. Extraño sus uñas recortadas, sus pies, sus manos apiladas, las veces a veces transpiradas. Extraño sus sueños realizados, sus maneras y sus modos, sus nodos concentrados, sus nudos desatados. Extraño su voz y su risa, su prisa lenta a mis espaldas, su alma, su estigma, su vida postergada. Extraño sus mañanas en las mías, su cara en la ventana, su cama ventilada, su ropa sin abrigo, su armario con su lío, su casa, su morada. Extraño tanto el peso de su cuerpo, la levedad de la angustia soportada, la palabra precisa en la confianza, la señal de que aquello era la gracia. Cuánto extraño todo esto que extraño cuando quedo colgada en sus pestañas, y subo y bajo sin elegir el ritmo que elegiría cuando aquieto mientras calma. Porque extraño sólo extraño y más extraño que conmigo él aún despierte y salga.
Extraño es que no entre sigiloso ya a mi cuarto, que hayamos olvidado los apodos de los juegos, que ya no bebamos los jugos cítricos del alma, que después de perdernos no encontremos la calma, la calma, la calma. Extraño es que no llegue el alivio de la despedida ganándole a lo eterno roto. Extraño es lo perpetuo cuando abunda la ira, extraño es que la violencia intente cerrar heridas. Extraño es que gritáramos cuando el mundo nos callaba, extraño es que lo mudo siempre muere con palabras, extraño es que su boca no pueda vomitar fresas, extraña es la certeza de haber olvidado algo. Extraño es el instante que ignora lo pasado, extraño es que haya algo sin poder ser recordado.
Es extraño no quererlo cuando extraño su presencia y es extraña esta ausencia de pasado en el instante. Es extraño que algo pase cuando no hay lugar al tiempo. Es extraño que a lo lejos reconozca mi silueta y que corra como atleta a tomarla entre sus brazos, a tomarla entre sus vasos. Es extraño que me beba, que me sorba, que me absorba cuando ya habita tan lejos. Es extraño su reflejo en el mar tan espejado, es extraño estar salado para que ya no nos infecte, para que ya no nos afecte. Es extraño el tajo rojo, es extraño el gajo amargo en la fruta anaranjada, es extraño este gaje de aceptar que sea el pellejo el que cuente lo secreto. Es extraño querer tanto, tanto y no poder decir te amo porque eso en la escritura es explícito y pesado.
Qué extraño que un día gris haga que lo extrañe tanto.