domingo, 6 de octubre de 2019

Castradas.










Por Maite Pil. 

El tema de la semana fue, sin dudas, el pene de Luciano Castro. Para los que no saben, circularon fotos de él desnudo donde se ve que lo tiene grande. De ahí en más, las cosas más desopilantes acontecieron, sobre todo, protagonizadas por hombres.  

Una de ellas fue aplicar la lógica del reverso. Si las fotos fuesen de una mujer estarían todas indignadas, se leyó mucho. Pensar eso no es tener al feminismo incorporado, es querer ser socios sólo en la pérdida. No es lo mismo. Punto. Por supuesto que si las fotos fueron obtenidas ilegalmente eso constituye un delito, el Código Penal no resiste demasiada discusión. 

Sospecho que acá la cosa pasa por otro lado. La indignación masculina no es que la intimidad de una persona haya sido vulnerada; o, al menos, yo ese verso no me lo compro. Ni siquiera pienso que el problema sea la envidia - o humillación- por una cuestión de tamaño. Creo que este hecho puso sobre la mesa dos ejes interesantes para pensar: la mirada de la mujer como objeto de goce y la incomodidad masculina respecto de esto. 

Todos accedemos, incluso sin quererlo, al desnudo femenino constantemente. Estamos bombardeados: en películas, en revistas, en las redes, etc. Las mujeres lidiamos cotidianamente con esto. Tal vez en ese sentido tengamos un entrenamiento que ellos no. Si cada vez que apareciera la foto de una mina que tiene más y mejores tetas que yo, reaccionara así, no podría continuar con mi vida. Si vamos a hablar de desigualdad hablemos de esto: el cuerpo de la mujer siempre ha sido puesto a la vista de todos y fue objeto de juicio durante siglos. El debate es hacia dónde queremos ir como sociedad, qué vamos a hacer con las presiones estéticas, con la idea de cosificación, ¿devolverle a los hombres con la misma moneda es una vía válida de salida del conflicto? Seguramente no. 


Leí a un analista decir mujeres a las que la boca se les hace un charco con un pito. ¿Por qué colocar al deseo de una mujer en ese lugar degradado, describirlo como algo casi repulsivo? Como si gozar con la mirada fuese patrimonio masculino. 
Hay mucha hipocresía. Por eso se avanza muchísimo más en materia de derechos laborales, de igualdad salarial, pero la despenalización del aborto y la educación sexual integral siguen generando resistencias. Porque lo que no se soporta, a fin de cuentas, es el derecho al placer. 
En esta sociedad calentarse y gozar sigue siendo cosa de machos.