Por Maite Pil
Yo estaba a los pies de tu cama, parada, y vos recostado me
contabas que siempre que hablabas de mí decías “mi amor”. Y yo te miraba con
cierta vergüenza y me reía, y vos me decías, que sí, que claro, que me
amabas. Lo repetías tres veces. Y yo, más que decirte que yo
también, quería darte las gracias. Saltar al colchón, besarte y seguir riendo de felicidad. Y en
un momento iba al baño y recortaba la tapa del inodoro porque sobresalía. Y el plástico sobrante formaba medio corazón. Iba a la habitación y te lo
mostraba, me lo ponía en el pecho para que lo vieras. Vos tenías una sonrisa. Era una señal, hasta los
objetos nos señalaban algo sobre el amor. Y vos me decías “ves por qué te amo,
porque hacés esas cosas”. Y yo pensaba que tenías razón, que todo lo que hacía
lo hacía para que me amaras. Nunca fuimos tan felices. Ojalá vos hubieras tenido este
sueño. Estoy segura de que si lo hubieras soñado te habrías enamorado de mí. Entonces
entenderías por qué nunca me fui, por qué nunca me voy. Sentirías miedo de que
alguna vez lo hiciera y me dirías algo parecido a una confesión.
Te lo quería contar por eso.
Te lo quería contar por eso.